El miércoles 24, a eso de las ocho de la tarde, apenas una hora después de que Pedro Sánchez publicara en X una carta a la ciudadanía en la que anunciaba que paraba unos días para reflexionar sobre su continuidad en la presidencia del gobierno, empezaba a circular el tráfico de memes en los chats de WhatsApp. A las diez, en uno de los grupos que comparto con varias amigas ya se había barrido Internet y figuraba una cuidada —y algorítmicamente sesgada— selección de contenidos: teníamos la analogía con Mr. Darcy, el videoclip alternativo de Vas A Quedarte de Aitana, el bolero Enamorado Profundo generado por IA con un fragmento de la carta y un montaje de la portada del nuevo disco de Taylor Swift (The Tortured Poets Department) con la cara del presidente. Este último destinado a hacerse un hueco en la memeteca de la Biblioteca Nacional para sintetizar en el futuro los trending topics de la segunda quincena de abril de 2024.
Instagram, X y TikTok eran cascadas de reacciones al anuncio. La información peleaba por su parcela algorítmica frente al contenido creado y compartido frenéticamente por los usuarios. “El miércoles por la noche lo primero que hice fue ir a Twitter”, dice a elDiario.es Álvaro L. Pajares, coordinador del ensayo colectivo Memeceno. La era del meme en Internet (La Caja Books, 2023) y asesor de comunicación digital política que se inició en el análisis de los memes tras años como prolífico creador. “Comentar y vivir en directo un acontecimiento histórico, querer ser partícipes, es algo muy propio de las redes sociales”. En su opinión, así como los formatos, algoritmos y las propias redes se actualizan constantemente, la colectivización de la experiencia es una cualidad intrínseca a ellas que permanece: “Ahora quizás de forma más afinada y profunda”.
En un entorno digital que, como apunta Pajares, facilita la multiplicidad de relatos generados al instante, el desmadre participativo ha sido propulsado por el hecho en sí (el anuncio de Sánchez y sus posibles consecuencias) y por sus elementos narrativos (la carta y el tono de esta). “El factor personal”, señala el asesor, ha sido clave: “Ver cómo un presidente del gobierno de repente se baja al barro y habla de su relación con su mujer y lo pone en estos niveles sentimentales genera un relato muy potente, es una gasolina muy grande para las redes sociales”.
“Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”, escribe Sánchez en uno de los fragmentos del texto que más memes, chistes y comentarios ha propiciado en redes.
“Es fácilmente memeficable porque hay una narración que encaja con el amor romántico heteropatriarcal, ‘hombre salvador galante’, y que, por tanto, posibilita el reconocimiento, la identificación —aunque sea desde la ironía—, y que cuenta con amplios repertorios de representación: musicales, cinéfilos…”, analiza Marina López Baena, socióloga especializada en feminismos. “Del lado del meme machista”, añade, “es un hombre heterosexual mostrando vulnerabilidad y vulnerabilidad en base a los afectos y, además, un hombre-político. Siendo la política entendida, desde una mirada patriarcal, como un espacio que debe ser ocupado por sujetos autónomos al margen de las emociones y los afectos”.
“Para el humor es un caramelo”, dice Kike García, director y cofundador del medio satírico El Mundo Today junto a Xavi Puig. “Nosotros teníamos tanto material que hemos enviado un monográfico en nuestra newsletter semanal a los suscriptores: puedes reírte de la propia carta, de lo que va a hacer Sánchez en su casa…”. El humorista, que apunta que “lo de Sánchez es único en democracia pero quizá no es lo más llamativo que ha ocurrido: venimos del procés, de la declaración unilateral de independencia, de la violencia del 1-O, del Piolín, de 900 elecciones generales… ”, responde que la frase “profundamente enamorado” —la elegida estos días como reclamo para sus potenciales suscriptores— es una expresión que, por escrito, de mano de un político, tiene algo de icónica y es una forma de quitarle hierro a la situación o desdramatizarla, que al final es lo que hace el humor“.
Como señala García, el chiste clásico (lo que hacen en El Mundo Today) y el meme no son lo mismo: “Para que no se nos confunda con tuiteros al uso intentamos que el chiste que compartimos tenga también una lectura satírica profunda, que explique la situación de forma diferente o se centre en un punto de vista en el que nadie ha reparado”. Pero sí comparten ese contexto de respuesta rápida y agitación que hemos experimentado estos días a través de las pantallas: “Esa inmediatez ayuda a que el contenido se viralice. Especialmente ante una noticia de tal relevancia y excepcionalidad”.
El meme, que hoy trasciende a su formato clásico de imágenes de baja calidad con letras grandes y evoluciona a vídeos de TikTok o incluso a sustantivos y adjetivos (ser un meme o ser memeficable), se caracteriza por su capacidad de síntesis de ideas en clave de humor. Aunque un meme claro que puede albergar significados y reflexiones profundos o muy nicho, lo que le caracteriza en esencia es su fórmula sencilla, que plantea cuestiones fácilmente comprensibles favoreciendo una amplia participación e identificación. “Su atractivo radica en su carácter participativo: todo el mundo puede ser creador, y existe un sentimiento intrínseco de pertenencia a un grupo, sentimiento que se ve reforzado por la sensación de formar parte de una 'broma interna'. La participación puede adoptar una forma más pasiva que la creación, pero compartir o dar ‘me gusta’ a un meme aumenta su alcance final”, recoge el artículo El juego de la imitación: la memeficación del discurso político, elaborado por la investigadora especializada en ciencias políticas Marina Bulatovic.
Esa facilidad para catalizar ideas es lo que los ha convertido —por ser también un formato comunicativo de este tiempo— en un potente vehículo propagandístico. En Estados Unidos, la periodista Clare Malone publicaba recientemente un artículo en The New Yorker analizando cómo la proliferación de memes e imágenes de las múltiples caídas del presidente Biden y su uso en contra por parte de los republicanos podrían mermar su imagen de cara a las elecciones de 2024, presentándolo como un candidato débil y envejecido que en realidad solo saca cuatro años a Donald Trump.
“El meme es una herramienta política más que forma parte de una red compleja de estrategias y herramientas propagandísticas. Hace años que somos testigos de la capacidad de viralidad que tiene”, dice a elDiario.es Ana I. Barragán, profesora e investigadora de la Universidad de Sevilla especializada en propaganda, imagen y comunicación política digital. En España lo vimos durante las elecciones generales de 2019 y más claramente en las del pasado año. Barragán destaca “el caso de Perro Sanxe, un meme que parte de la derecha y acaba siendo resignificado para la campaña de julio del 23, convirtiéndose en uno de los elementos más llamativos de los comicios electorales”. Sobre ello está trabajando en un artículo de investigación junto a Elena Bellido-Pérez (Universidad de Sevilla) y Lucía Caro-Castaño (Universidad de Cádiz) que se publicará en 2025.
El meme es una herramienta política más que forma parte de una red compleja de estrategias y herramientas propagandísticas. Hace años que somos testigos de la capacidad de viralidad que tiene
“En un contexto en el que la derecha mediática había demonizado la figura de Pedro Sánchez (uno de los recursos más antiguos de la propaganda política), este acabó presentándose ante el ciudadano como un político humano, que era capaz de reírse de sí mismo y mostrar su vulnerabilidad”, apunta la investigadora en referencia a la reapropiación que del término que se materializó en camisetas y chapas con el lema “Perro Sanxe” que se pusieron a la venta desde la página web del partido y el uso de canciones como Perra, de Rigoberta Bandini, que estos días suena a las puertas de Ferraz en las movilizaciones del PSOE en apoyo al presidente. Esa imagen coincide, apunta Barragán, con la presentación “como un ser humano vulnerable y enamorado” que transmite ahora la Carta a la ciudadanía.
“Pedro Sánchez tiene un posicionamiento de candidato que, en particular, se puede enmarcar en la figura del celebrity politician, ciertas cualidades que habitualmente se atribuyen a una estrella mediática: por ejemplo, el carisma, la telegenia y atractivo”, explica a este diario Mayte Donstrup, profesora de la Universidad Rey Juan Carlos que ha investigado sobre comportamientos digitales en contextos electorales e ideología y poder en la ficción. Ese posicionamiento favorece esta memeficación que, en muchas ocasiones, se entrecruza con el fenómeno fandom incluso“. Ejemplo de esto que explica la investigadora es la cuenta Mr.Handsome, que explota esos atributos para favorecer la imagen del presidente.
“Otro aspecto que llama la atención de la carrera política de Pedro Sánchez es su trayectoria, saliendo victorioso de situaciones en la que muchos le daban por acabado”, continúa Donstrup. Dichas situaciones se asemejan, en cierta medida, incluso a las etapas del monomito establecidas por Joseph Campbell“. El periplo de un héroe o protagonista que, según el antropólogo, se acoge a un esquema universal con etapas que se repiten en todas las historias y que culminan en éxito o crecimiento. ”Esta lógica se encuentra latente en el imaginario colectivo de la sociedad y dicho esquema se observa en los memes que aparecen en redes sociales, donde no se escatima en la capacidad de Pedro Sánchez de salir victorioso tras las sucesivas etapas que afronta“.
“Durante mucho tiempo hemos pensado que los políticos, por así decirlo, buscan los memes o que se puede generar memes artificialmente de los políticos. Que puede llegar alguien y decir 'vamos a convertir a este político en un meme”, opina Álvaro L. Pajares. “Hasta cierto punto es un error, el viaje que tiene un político para convertirse en un meme depende prácticamente solo de él y tiene que ver con una serie de condiciones, sucesos y situaciones. Alguien que cruza un momento histórico, como por ejemplo durante el Covid cuando Ayuso se puso en contra del gobierno de España diciendo que no iba a cerrar la comunidad autónoma. O el caso de Sánchez con las elecciones generales del año pasado, que al final se salvó. Todas estas situaciones son las que realmente generan al personaje”. Algo que, explica el asesor en comunicación digital, “siempre ha estado, no es una cosa nueva mediáticamente. Antes de que existiesen los memes ya existían este tipo de figuras. Lo que sí que ocurre ahora es que en las redes sociales se genera un relato al instante, que se azuza y se alimenta. Un relato que es único y que antes no existía [porque puede ser generado por cualquier usuario] y que es mucho más rico de lo que se podía ver antes”.
“Los políticos nos dan los mensajes para que nosotros los viralicemos, y ha sido una estrategia muy útil para poder llegar a la ciudadanía y activarla en torno a su figura de nuevo”, opina Ana I. Barragán. Pero, según la investigadora, “la cantidad de información diaria que recibimos y la falta de profundidad de la misma hace cada vez más difícil la reflexión profunda sobre los temas (...) No considero que el meme sea responsable de ello, sino un elemento más que forma parte de las nuevas dinámicas de la comunicación”.