Siempre es motivo de celebración recordar hitos significativos. Este año, el Tecnológico de Monterrey conmemora el 60 aniversario de la llegada de su primera computadora, un evento que marcó el inicio de una era tecnológica sin precedentes en la institución.
Este acontecimiento pionero fue seguido años después, específicamente el 12 de octubre de 1988, por otro hito cuando el Tec conectó a México a la nueva economía digital al lograr la primera conexión de internet en el país, enviando un mensaje a colegas de la Universidad de Texas en San Antonio (UTSA).
Estos eventos no solo fueron significativos para la institución, sino que también pusieron a México en el mapa de la tecnología mundial.
Actualmente, vivimos en una realidad nueva y desafiante, donde las aproximaciones lineales basadas en las experiencias de la última década son insuficientes para prever el futuro.
Más bien, es previsible entender hacia dónde no llegaremos si permanecemos inactivos o cometemos errores, ya sea por acción u omisión. Desde esta perspectiva, vislumbro la necesidad de continuar desarrollando competencias en nuestros jóvenes e impulsar la conquista de espacios innovadores donde las nuevas prácticas superen a las ya conocidas.
Recientemente, hemos sido testigos de un gran “salto” tecnológico con la masiva implementación de la Inteligencia Artificial Generativa, una tecnología tremendamente exitosa por su capacidad para abordar problemas anteriormente inaccesibles para la mayoría de la población conectada a internet.
Esta tecnología ha democratizado el acceso a soluciones avanzadas, anteriormente limitadas a quienes tenían acceso directo a las “carreteras de la información”.
La accesibilidad a estas tecnologías ha aumentado exponencialmente, transformando el concepto de las nubes de computadoras, donde se realizan masivos procesamientos para entrenar modelos que posteriormente se replican en un número creciente de dispositivos, desde computadoras y teléfonos móviles hasta cámaras y vehículos.
Este avance no resuelve todos los problemas apremiantes de nuestra civilización, pero sin duda está propiciando cambios significativos en múltiples áreas.
Por ejemplo, los avances en materiales para la construcción de viviendas más eficientes en términos térmicos se están desarrollando gracias a computadoras que simulan combinaciones de millones de materiales para descubrir los más eficaces.
Similarmente, la evolución de algoritmos para diseñar proteínas abre caminos hacia medicamentos innovadores y tejidos sintéticos para trasplantes, mientras que la física necesaria para incrementar el poder de cómputo abre la puerta a las computadoras cuánticas, que podrían realizar cálculos de manera masivamente paralela, una capacidad crucial para materializar conceptos avanzados de física cuántica.
Estos prometedores desarrollos se originan en la capacidad cada vez mayor de las computadoras para realizar simulaciones complejas, que van más allá de generar imágenes realistas y permiten entender el comportamiento de sistemas sofisticados emulando sus procesos internos.
Uno de los avances más impresionantes es la capacidad de simular escenarios que incluyen incertidumbre en los comportamientos de los procesos estudiados.
Dichos procesos incluyen, sin duda, comportamientos humanos. Actualmente, se debate intensamente sobre los límites de la IA para integrar la complejidad de la naturaleza humana, un tema que ha sido objeto de estudios filosóficos y conductuales dado el desafío de leer literalmente el cerebro humano.
Aunque ya podemos localizar la activación neuronal de ciertos procesos, aún estamos lejos de descifrar completamente los parámetros que rigen el pensamiento humano.
Además, enfrentamos el desafío de comprender la complejidad sensoriomotora necesaria para realizar tareas cotidianas simples. Esta ambición nos lleva a sorprendernos ante las nuevas capacidades de los humanoides recientemente desarrollados, cuyas funciones básicas* nos asombran, pero aún están limitadas a un conjunto relativamente pequeño de acciones.
Es probable que la integración de desarrollos en IA, tanto en materiales inorgánicos como orgánicos, junto con avances en computación cuántica, sean las áreas de mayor consolidación en los próximos años. Veremos. *Me gustaría felicitar al equipo Roborregos, estudiantes de ingenieria del Tec de Monterrey, que recientemente ganaron el segundo lugar en la categoría Home en el Torneo Mexicano de Robótica, asegurando su participación en la próxima RoboCup Mundial en Holanda. Por cierto, el equipo está buscando patrocinadores.