Me refiero al Vaticano, porque hay lugares, creo que muy pocos, en los cuales puedes comulgar de rodillas y en la boca. Y esto no es una cuestión baladí. Cristo es la Iglesia y la Divina Eucaristía es Cristo; por tanto, Cristo, la Iglesia y la Divina Eucaristía son lo mismo, es la presencia de la Santísima Trinidad. Si suprimimos a Cristo, todo se disuelve, no queda nada. Dios es inmutable y no puede cambiar, si suprimimos algo, es como una profanación al templo sagrado de Dios.