Al comienzo: “¡Cuánto amor hay debajo de la tierra!”. Y al final: “Porque yo he sido amado como nadie, / en la pérdida de ese amor también se puede descansar y morir”. Y entre estos dos versos cerca de una treintena de páginas componen la “Carta a la madre” que el poeta dedicara a su madre, María de la Encarnación. Un poema lleno de sensibilidad, de ternura y de filial cariño, manifestación de un corazón sereno y dolorido que le valió al autor el VI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística.