La revolución de los militares portugueses –el 25 de Abril de 1974– fue acogida con curiosidad y alegría. Atraído por el hecho y concluyendo mi estancia en Argel, pedí el traslado a Portugal en enero de 1975. Aunque con algún sobresalto, la experiencia resultó estupenda. Los avatares portugueses despertaron enorme interés en España. Muchos deseábamos el contagio de la democracia . Miles de españoles hacían turismo político en Lisboa, ávidos de paladear, hambrientos, la incipiente democracia de los vecinos. La Platajunta española dio allí conferencias, el PSOE confraternizaba con los socialistas lusos en encuentros a los que asistíamos y los fines de semana las rúas lisboetas estaban atestadas de españoles. Fue la primera vez, quizá desde Felipe II, en que...
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