«¡Cuidado con lo que están diciendo!». María Jesús Lorenzana irradiaba un enfado palpable este martes por la tarde en el Pazo do Hórreo. Ocupó la tribuna de oradores después de escuchar durante 10 minutos cómo lo más suave que le dijo Luis Bará, viceportavoz del BNG, al arremeter contra el proyecto de Altri en Palas de Rei, es que la Xunta actúa como «juez y parte». Bará comenzó exigiendo «respeto» para su partido. Acusó a la conselleira de Economía e Industria de lanzar un «furibundo ataque» contra ellos ante empresarios; y para los vecinos de la comarca del Ulla, a quienes aseguró que la Xunta está «insultando y menospreciando». «Caray, señor Bará, pedir respeto (...) con la cantidad de mentiras y demagogia... Entiendo que es el papel que le ha tocado (...). Ahora toca mantener esa mentira. ¡Ojo, que son muchas! Son muchas las que están escritas, las que están en el papel de esta propia interpelación, las que acaba de decir aquí, en los medios de comunicación, las que están vertiendo en reuniones vecinales, etc etc etc. Están todas o grabadas o escritas», contraatacó Lorenzana. Bará no salió muy mal parado porque el cara a cara tuvo lugar en el pleno del Parlamento gallego, y no en un octógono. Si el nacionalista salió a por todas, Lorenzana aún subió la intensidad. El frentista acusó a la Xunta de «falacias, mentiras, engaños y ocultaciones» durante dos años y medio, hasta que el proyecto salió a información pública. «Secuestraron» la verdad, «ocultan, manipulan y silencian», disparó. Bará culpó al gobierno gallego de mentir sobre el propósito del proyecto, que terció que se dedicará a exportar celulosa a China, porque carece de las patentes para lyocell; de engordar la cifra de empleos que va a generar; de engañar sobre el uso del eucalipto; de 'vender' que tenía «asegurada» la financiación. Llegó al extremo de tildar de «falso» que hubieran apoyado la planta: «Nunca se votó el proyecto en el Parlamento, se votó una PNL para apoyar una propuesta de una fábrica de fibras textiles para cerrar el ciclo», «nunca (…) este proyecto concreto de producción de pasta de celulosa». El complejo industrial –«parece un barrio residencial de lujo, incoloro, inodoro e insípido, una maravilla, dan ganas de ir a vivir», se burló de una infografía de la empresa- generará sustancias «muy contaminantes para la atmósfera y el agua», el equivalente a 187.000 coches; interfiere con la Red Natura; su consumo de agua es una «auténtica barbaridad»; los vertidos al río van a «alterar completamente el ecosistema», hilvanó. La oposición es masiva y la Xunta está dedicada a «intentar justificar lo injustificable». En un tono llamativamente agresivo, casi increpando, Bará apuntó directamente a Lorenzana al cuestionar que presida Impulsa, que calificó de adalid del proyecto. Un «ataque», una «agresión que están patrocinando ustedes», proclamó, con su modelo a favor del «expolio» a manos de multinacionales. «No es público» La titular de Economía e Industria se mostró especialmente molesta por que el BNG dé a entender que el de Altri es un proyecto público. «No lo es», enfatizó, «es de una empresa privada». Y recordó al Bloque que si no se examina y tramita un proyecto de una empresa que quiere instalarse en Galicia, se incurre en «prevaricación». «No confunda nunca más los términos», espetó a Bará. La conselleira acusó a los nacionalistas de echar por tierra la planta sin haber estudiado en profundidad el plan de Altri, contenido en 8.500 páginas. Aquí apuntó directamente a Olalla Rodil, que el 21 de marzo salió a atacarlo en rueda de prensa. «¡500 páginas al día llenas de tecnicismos!», se asombró. «Es heredera de lo que dijo». Lorenzana devolvió la pelota al Bloque, del que señaló que miente hasta en las dimensiones de la factoría. Rebatió que se ahorrarán un 99% de gases invernadero. Que como mucho consumiría un 1% del caudal del río, pero Altri promete devolver más de la mitad. Que vaya a haber una «eucaliptización». Pero el «colmo», apostilló, es que el BNG acuse a la Xunta de «oscurantista», punto en el que procedió a leer titulares de prensa que reflejaban que no hubo ocultación hasta sacar la planta a información pública. Y fue el PSOE, reveló, el único que pidió documentación en su día. La interpelación rozó cotas surrealistas cuando Bará pregonó, para defender que estudiaron el proyecto en profundidad: «Tenemos docenas, cientos de personas, un auténtico ejército de especialistas(…). Y se dedicaron a leer miles de páginas, hicieron miles de alegaciones, dedicaron desinteresadamente miles de horas de sus vidas». La conselleira se tomó con retranca los «técnicos virtuales» del «gobierno virtual» del Bloque, dedicados a llevar a cabo «declaraciones de impacto ambiental paralelas». «No sabe cómo salir de la mentira», «mezcla todo a ver si cuela», lamentó Lorenzana mientras tomaba asiento Ana Pontón, que llegó tarde y se perdió a Bará. La conselleira, que se quedó con las ganas de conocer el «modelo» industrial del BNG, advirtió de que sus «mentiras son tales», sobre Altri, que les «van acompañar toda la legislatura».