Voy a apartarme de la desaprobación moral de las elecciones vascas del domingo, y no porque la moral y la ética me sean indiferentes, sino porque ha llegado la hora de recordar que ética y política están relacionadas, pero no son lo mismo. Hablar de ética, y solo en campaña electoral, cuando el problema es la mala política, quizás sea más una expresión de impotencia que de otra cosa; en cualquier caso, es una pérdida de tiempo y energía. Sí, la política vasca es un horror y fuente de frustración, sobre todo para quienes la padecemos sobre el terreno y siempre del lado perdedor. ...