Estados Unidos incorpora a su arsenal una nueva arma que desactiva los ataques aéreos enemigos como los registrados en Oriente Medio o Ucrania
Da igual que hablemos de la invasión de Ucrania o del conflicto entre Israel e Irán. En la guerra moderna, los drones se han convertido en una de las armas fundamentales para atacar al enemigo. Y pararlos, como hizo Israel con Irán en el ataque del pasado fin de semana (o como presumen hacer a diario tanto ucranianos como rusos) es una de las bazas principales de la guerra.
Por eso ha levantado tanta expectación en la industria militar la nueva joya del arsenal armamentístico estadounidense, una especie de escudo anti drones que está llamado a revolucionar el arte de la defensa en la guerra moderna.
El nuevo artilugio se llama Leónidas, como el valiente e inmortal ley espartano que paró al ejército persa camino de Grecia. Y aunque Ucrania no es el desfiladero de las Termópilas, Vladimir Putin sí es una especie de moderno rey persa Jerjes obsesionado con expandir su imperio.
Por eso las informaciones en diversos medios militares de que Estados Unidos podría llevar uno de estos escudos al campo de batalla ucraniano ha levantado tantas esperanzas en la cruzada contra Rusia.
Leónidas está fabricado por Epirus, una empresa estadounidense especializada en sistemas defensivos y nuevas tecnologías que el pasado mes de enero obtuvo un contrato de 66 millones de dólares para crear prototipos de armas para el Ejército de Estados Unidos. La empresa anunció en un comunicado que "entregará rápidamente varios prototipos de sistemas" al Ejército este mismo año.
Esta nueva arma de energía dirigida proporciona defensa aérea contra un envío masivo de drones y misiles enemigos mediante microondas de alta potencia, ya que detecta la presencia de enjambres de drones entrantes y los neutraliza.
Según la descripción del propio fabricante, este sistema “tiene como objetivo proporcionar un arma terrestre de energía directa que pueda adquirir, rastrear, atacar y derrotar todo tipo de amenazas entrantes, desde misiles de crucero y amenazas de cohetes, artillería y mortero (RAM) hasta sistemas aéreos no tripulados entrantes”.
Funciona, según Epirus, con un “láser de alta energía de 300 kW que ha estado en desarrollo durante los últimos años, está destinado a proporcionar una defensa puntual contra amenazas entrantes como misiles”. El aparato se ha perfeccionado además para múltiples ataques entrantes.
El Ejército de Estados Unidos contempla esta arma como “una protección muy necesaria contra enjambres de misiles, cohetes o drones adversarios capaces de atacar y abrumar los sistemas de defensa aérea estadounidenses y aliados”.
El secreto del éxito de los drones como arma de guerra es doble: son más baratos que el armamento convencional (dentro de que todo en la industria armamentística es caro) y, sobre todo, permiten sortear ese debate moral sobre cuánto vale una vida humana. Con los aviones no tripulados, especialmente los kamikazes, el coste en soldados es cero.
En cuanto a los misiles y cohetes, un arma ofensiva más tradicional, siguen demostrando su papel preponderante en la guerra, aunque hay muchas diferencias entre ellos en cuento al alcance, potencia y maniobrabilidad.
La mera posibilidad de que alguno de estos Leónidas pueda acabar en Ucrania puede tener una gran relevancia, ya que la llegada con cuentagotas de ayuda militar a Kiev está mermando las posibilidades de defensa del país invadido por Rusia.
El Leonidas utiliza pulsos de radiación en el espectro de las microondas que permiten desactivar electrónicamente a los drones. Algo así como si recibieran una descarga electromagnética que interfiere en el corazón del enjambre y, por tanto, los deja inservibles.
En una de las demostraciones realizadas por el fabricante, se constató su eficacia en la desactivación de drones a distancia con un pleno de aciertos.
