El poder reconfortante de un abrazo, la suavidad de una caricia, el simple roce de una mano extendida: gestos aparentemente simples que pueden tener un impacto en nuestra salud mental y bienestar emocional.
Una investigación científica exploró el papel fundamental que el contacto físico desempeña en nuestras vidas. ¿Puede realmente el tacto ayudarnos a sentirnos mejor? Los hallazgos reveladores a estas preguntas permitieron conocer el impacto de los abrazos y las caricias en nuestra salud mental y emocional.
La investigación llevada a cabo por el Social Brain Lab del Instituto Holandés de Neurociencia y el Hospital Universitario de Essen ofrece una perspectiva reveladora sobre el poder del tacto en nuestra salud mental y emocional, según el sitio 20 minutos.
A través de un análisis de más de 130 estudios internacionales con alrededor de 10.000 participantes, se demostró que los abrazos y las caricias tiene la capacidad de aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad.
Los hallazgos indican que la frecuencia del contacto es un factor vital, destacando que el efecto beneficioso se ve potenciado por el contacto piel con piel.
Asimismo, también revela que el tacto administrado por objetos como robots sociales, mantas pesadas y almohadas corporales puede generar efectos terapéuticos similares.
El doctor Julian Packheiser, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la Universidad del Ruhr en Bochum, destaca la importancia del tacto como intervención sanitaria, aunque reconoce que aún queda por determinar cómo utilizarlo de manera óptima y cuáles son los factores que influyen en sus efectos:
Además de su impacto en la salud mental, el tacto también demostró tener efectos positivos en factores cardiovasculares como la presión arterial y la frecuencia cardíaca, aunque estos efectos son menos pronunciados en comparación con su influencia en el bienestar emocional.
Tras un minucioso metanálisis, el equipo de investigación logró resolver diversos interrogantes relacionadas con el impacto del tacto en la salud mental y emocional.
Entre los hallazgos más significativos se encuentra la revelación de que la duración del contacto no necesariamente influye de manera determinante en los resultados.
Contrario a la creencia común, una mayor duración del contacto, que promedió 20 minutos en los estudios analizados, no tuvo un impacto significativo en los resultados.
"No es cierto que cuanto más tiempo se toque, mejor", resume Julian Packheiser. Un contacto breve, pero frecuente, demostró ser más efectivo.
Sorprendentemente, el estudio también reveló un efecto positivo del tacto aplicado a objetos como robots sociales, animales de peluche y almohadas para el cuerpo. Aunque estos artículos no alcanzaron los mismos niveles de efectividad que el contacto humano, aún mostraron un impacto mensurable en el bienestar emocional.