Nuevos y exigentes estándares de información sobre sostenibilidad que se afrontan contrarreloj. La Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD por sus siglas en inglés), que está entrando en vigor de forma progresiva en toda Europa, pone luz y taquígrafos sobre las actuaciones de las compañías y marcará un antes y un después en la manera en la que las empresas (y toda su cadena de valor) afrontan estas políticas. Un salto cuantitativo en el volumen de datos que debería derivar en una mejora cualitativa de las estrategias ESG de las compañías. Propuesta por la Comisión Europea, este auténtico 'antes y después' busca mejorar el reporte de sostenibilidad por parte de las empresas y que éstas sean más transparentes en cuanto a su impacto social y ambiental . Sustituye a la Directiva 2014/95/UE y se estima que pasará a afectar a unas 50.000 empresas , frente a las 12.000 que estaban implicadas por la antigua. En el caso de las compañías españolas, «vienen reportando la información de sostenibilidad en los últimos cinco años, tras la transposición a nuestra legislación, a través de la Ley 11/2018, de estados de información no financiera», explica Carmen Aparicio, secretaria de la Comisión de RSE de CEOE. «Según hemos podido conocer por balances realizados por el Banco de España, podemos hablar de que el año que viene unas 5.000 empresas estarán haciendo el informe sobre sostenibilidad. Pueden ser algo más o menos, en función de que ese reporte quede incluido en el consolidado de los grupos», añade. Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, llama la atención al hecho de que la CSRD «es una directiva de modelo de gestión y de gobierno disfrazada de directiva de transparencia informativa o 'reporting'. La mayor parte de los más de 1.500 requerimientos de información que contiene no son cuantitativos sino que tienen que ver con las políticas, procesos y controles establecidos por las compañías en las materias objeto de la directiva». El esfuerzo de adaptación que va a requerir a las compañías en algunos casos va a ser significativo. «Aquellas que deben empezar a reportar a partir del año que viene sobre información de este 2024 están, en buena parte de los casos, implantando las medidas de adaptación necesarias», puntualiza. Noticia Relacionada estandar Si El pionero que instaló la sostenibilidad en el eje de las empresas Fernando Pérez Hace más de dos décadas, Senén Ferreiro activó con Inditex un viaje transformador que rompió el molde de la RSC para unir estas políticas a las estrategias de negocio Pueyo también señala que en materia de sostenibilidad se está produciendo una circunstancia paradójica y es que la regulación es fuente de innovación. «Habitualmente, la regulación pone orden en las prácticas de mercado, pero en Europa y en lo que se refiere a la información de sostenibilidad estamos viendo que la regulación pone el listón muy alto frente a las prácticas actuales de las compañías», puntualiza. Cree que la dificultad es fruto sobre todo de que a las compañías se les están preguntando cuestiones que no siempre les habían preguntado con anterioridad , «lo que les va a obligar a replantearse su aproximación a distintas cuestiones», añade. Por ejemplo, no se les había preguntado por el plan de financiación para alcanzar el 'net zero' y «el hecho de que ahora se les pregunte les obligará a definirlo a aquellas que lo consideren oportuno», resalta el consultor. Sergi Simón, coordinador del área de Riesgos de EALDE Business School, señala que en estos momentos la tónica general está siendo abordar un primer análisis para determinar qué diferencias introduce este nuevo reporte respecto al anterior. «Pero en mi opinión, por lo que voy viendo, considero que no en todos los casos se está abordando de la forma apropiada. En muchas ocasiones se interpreta, erróneamente, que lo que comporta la nueva directiva de reporte es básicamente incluir más métricas e indicadores de los que se consideraban hasta la fecha. Y ciertamente, si nos centramos en el espíritu de la norma, debería ser lo contrario. No se busca reportar más, se busca reportar mejor, y creo que no se está enfocando de esta manera», matiza. Cree que se está trabajando a contrarreloj para llegar a tiempo. «Pensemos que las normas o estándares de reporte con sus métricas asociadas no se publicaron como definitivas hasta finales del año pasado », subraya. Por otro lado, «se tiene la impresión de que se trata de recopilar más y más datos para reportar más y más métricas, y hay que ser conscientes de que hay indicadores para los que no estamos en disposición de reportar nada, simplemente, porque nunca hasta ahora hemos recopilado los datos que deben servir como base para su cálculo», puntualiza Simón. Dificultades Para Carmen Aparicio las dificultades que están encontrando las empresas en su aplicación están relacionadas con la obligación de realizar el análisis de 'Doble Materialidad' . La empresa tendrá que realizar un trabajo interno exhaustivo acerca de lo que es y no es material para su empresa. «Hablamos del compone de la materialidad financiera (o materialidad interna) y la materialidad de impacto (o materialidad externa)», explica. Otra de las dificultades a las que se exponen las empresas es la obtención de una medición . «Es fundamental e importantísima la forma de obtenerlo, ya que a día de hoy no hay una metodología especifica de calculo de diversos aspectos», resalta la secretaria de la Comisión de RSE de CEOE. Recuerda que uno de los objetivos por los que la Comisión Europea quiso actualizar la directiva fue que los informes de las empresas fueran comparables, indistintamente del sector de actividad de la empresa. A su vez, para lograr esta comparatividad, las empresas tendrán que reportar en la plataforma pública de la UE, el «Punto de Acceso Único Europeo» (PAUE), mediante un etiquetado XBRL, que ahora se encuentra en consulta pública. Una vez se tengan los informes, otra de las novedades de la directiva es la verificación . «Habrá una obligación de verificar, similar a las normas de auditoría de cuentas. La empresa podrá elegir que verifique el mismo auditor si cumple los requisitos para ser verificador, un auditor diferente o un verificador de la información sobre sostenibilidad», indica Aparicio. A la hora de hablar de problemas para cumplir con esta normativa, subraya la dificultad de entender que «todas y cada una de las métricas o indicadores a reportar tienen diferentes grados de madurez». No es lo mismo reportar el consumo de energía de una empresa, que podemos realizar con simples sumas de facturas de suministro, que calcular la huella de carbono de nuestra cadena de valor, en la que tenemos que conocer las emisiones de nuestros proveedores y trabajadores. «Cada indicador tiene un grado de madurez diferente y si no reportamos especificando la calidad del dato y del método utilizado, se corre el riesgo de que se hagan comparaciones entre empresas de métricas que no deberían ser comparables», reflexiona. Mantener la confianza de la cadena de suministros Desde la CEOE se muestran muy optimistas en cuanto al cumplimiento de esta normativa «ya que pese a las complicaciones que pueda suponer, el camino de toda actividad empresarial es la sostenibilidad trabajando los aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza», resalta su secretaria de la Comisión de RSE, Carmen Aparicio. Cree que si una empresa no se sube a esta senda terminará perdiendo la confianza de su cadena de suministros, «y de los clientes llevándola, por tanto, a encontrarse en serias dificultades para seguir con su actividad», matiza. Además considera que no solo nos tenemos que fijar en la obligatoriedad de reportar, «hay que ver todo el trabajo que éstas vienen haciendo de forma voluntaria en los años anteriores a comenzar con el 'reporting'», matiza Aparicio. El coordinador del área de Riesgos de EALDE Business School no considera que las empresas españolas estén en mejor o peor situación por lo que respecta al potencial de cumplimiento. No obstante, lo que sucede es que en nuestro país, en su opinión, «hay datos de muchísima calidad, el problema está en que en España preocupa más la cantidad que la calidad, importa más el diseño de las gráficas del reporte que la interpretación que se haga de ellas». «Si bien la nueva Directiva de reporte afecta directamente a las grandes empresas, no es menos cierto que éstas ya no solo deben reportar sobre sus actividades, ahora, deberán reportar sobre el seguimiento que hacen de la sostenibilidad de su cadena de valor », resalta Sergi Simón. Algo que afecta a la totalidad del tejido empresarial. «Sin ir más lejos, las entidades financieras, de forma paralela a este reporte, deben informar sobre la cantidad de exposición que tienen en actividades sostenibles respecto al total de su exposición. Y como la banca busca maximizar el valor de esa ratio, conocida como GAR (Green Asset Ratio), las empresas más sostenibles tendrán un mayor y mejor acceso al capital», añade. Aunque la propia directiva trata en cierta medida de proteger a las pymes, «es inevitable que se vean afectadas de manera indirecta y en la medida en la que forman parte de la cadena de valor de compañías aceptadas», indica Ramón Pueyo. Esto es resultado, por ejemplo, de que las grandes compañías van a necesitar información cada vez más precisa en materia de emisiones a lo largo de la cadena de valor. «También es resultado de que las compañías afectadas van a tener que reportar sus impactos, riesgos y oportunidades en la cadena de valor y para ello necesitarán, en ocasiones, información de las pymes con las que trabajan», indica el socio de KPMG. Desde KPMG señalan que la CSRD pretende estimular la mejora de los impactos desde la perfeccionamiento del 'reporting', en el entendido de que cuando las compañías tengan que rendir cuentas preferirán decir que cuentan con políticas, procesos y controles robustos para la gestión de los impactos. «Como consecuencia de lo anterior, el estímulo de la transparencia informativa en este ámbito facilita que los agentes económicos puedan tomar decisiones basadas en la calidad de los sistemas de gestión de las compañías para la gestión de los impactos sociales, ambientales y en asuntos de carácter ético», resalta Pueyo. En EALDE Business School, por su parte, recuerdan que a partir de ahora no se va a reportar por reportar, por ver quien hace los informes más largos y coloridos. «Se va a tener que reportar lo que realmente es importante para la toma de decisiones por parte de consumidores e inversores. Si se hace bien, no se debería reportar más, se debería reportar mejor», afirma Sergi Simón. Además, apunta que todos aquellos que han vivido en un cierto ambiente de 'greenwashing ', «van a tener que correr para garantizar que pueden reportar sin maquillaje y, además, salir bien en la foto». Impacto en directivos Entre las grandes novedades de la directiva está también el impacto que va a tener en los directivos. Por primera vez, la información no financiera va a elevarse a la categoría de información financiera . «Lo que vaya a publicarse deberá ser auditado por una tercera parte y lo más importante, no ser claros o inducir a malas interpretaciones podrá ocasionar que los inversores puedan entender que fueron 'engañados' por la información suministrada en el momento en el que decidieron invertir y, en caso de que las cosas no vayan como se esperaba, reclamar por falsedad en la información reportada», recuerda Simón. Hasta el momento, la información no financiera se ha considerado en términos de reputación. «Se ha reportado para explicar lo bien que hacemos las cosas, y ser poco precisos o hasta inexactos, no ha tenido muchas consecuencias. A partir de ahora, esto puede cambiar de forma radical. Y aquí es donde los directivos, por primera vez, como diría Nassim Talev, se juegan la piel», puntualiza.