El idioma, nuestro idioma, tiene una palabra para definir a quien haya perdido a sus padres, y ese término es huérfano. Pero no tiene vocablo que identifique a quien se haya quedado sin hijos. Es tan doloroso, tan desgarrador que nadie nunca quiso acuñar una palabra para tal drama. Cuando una enfermedad se llevó a la hija, la mujer quiso que permaneciera en todo aquello que la recordaba. En la habitación, en la ropa colgada de su armario, y en su cofradía. Le confesó al hermano mayor que le haría ilusión que la hija no causara baja, sino que permaneciera como hermana. Seguiría pagando la cuota y hasta sacaría la papeleta de sitio. Aquel hermano mayor no supo decirle que...
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