No hay nada peor que no ser fiel a las ideas y principios que una persona defiende y que la definen. Mucho se ha hablado de políticos que prometen algo en campaña y luego lo cambian bajo la excusa o supuesta picardía de que si hubieran dicho la verdad el pueblo no los habría votado.
La historia de las luchas políticas más importantes de los últimos cincuenta años nos muestra que aquellos líderes que han tenido más éxito son aquellos que no cejaron en la defensa de sus principios. Winston Churchill ("we will never surrendered" -nunca nos rendiremos) y Ronald Reagan en Berlin frente al muro divisorio de Berlin Occidental y Oriental ("Mr. Gorbachev "tear down this wall" -derribe este muro- o cuando defendió la experiencia única de la república norteamericana diciendo que Estados Unidos era "the shining city on the Hill"- el faro que brilla arriba de la colina-).
Lo mismo puede decirse de la democracia. No se puede aplicar a medias. También lo es la defensa de los derechos individuales o humanos, y cualquier otro principio que responda a valores morales.
Particularmente en política, la confianza pública es uno de los pilares de la democracia. Mantenernos fieles a nuestros principios e ideales fundamentales incluso en los momentos más difíciles demuestra nuestros valores morales. Los políticos son responsables ante el pueblo porque es el mismo pueblo el que les ha dado la custodia temporal del gobierno. Ese termino "custodia" lo define todo.
Como el capitán de un barco, un presidente debe mantener el rumbo que prometió seguir. Pero en la búsqueda de este objetivo a veces algunos políticos creen que el fin justifica los medios y se desvían de los valores que dicen defender. O que una vez que la gente ha confiado en ellos, no tienen que rendir cuentas ni discutir. Es entonces cuando, en una democracia, el equilibrio de poder que dan las instituciones (Congreso o Poder Judicial) vienen al rescate a pesar de que ello para alguna persona sea un retroceso o una molestia. Prefiero llamarlo reinicio o recalibración, o simplemente el funcionamiento de una verdadera democracia. En esta época de anglicismos "check and balances".