El 5 de mayo de 1981,
el miembro del IRA Bobby Sands murió a los 27 años en la prisión de Maze, Irlanda del Norte, después de 66 días en huelga de hambre. Asistieron a su funeral unas 100.000 personas y el
Ejército Republicano Irlandés (IRA) le rindió honores militares. Semanas antes, al poco de iniciada la protesta, Sands había sido elegido diputado en las elecciones al Parlamento británico. La victoria dio al
nacionalismo norirlandés una súbita notoriedad internacional, aunque, de haber podido, Sands nunca hubiera ocupado su escaño debido a la estrategia abstencionista de no legitimar las instituciones británicas.
La primera ministra Margaret Thatcher, que en el momento del deceso acababa de cumplir dos años en el cargo,
se mostró inconmovible: «El señor Sands era un criminal convicto y eligió suicidarse. Fue una posibilidad que su organización no les dio a sus víctimas».
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