La primera noticia militar adversa y dolorosa que recibió
el nuevo presidente del Consejo de Ministros Juan Negrín fue l
a crucial caída de Bilbao en manos de los sublevados (19 de junio de 1937). Se trataba de una pérdida enorme porque significaba
el control enemigo de la crucial industria siderúrgica y minera vasca, además de aumentar la presión sobre la aislada zona republicana de Santander y Asturias. El desplome de Vizcaya también ocasionó el primer
desánimo del ministro Indalecio Prieto, titular de la cartera de Defensa y líder del socialismo vasco. Negrín tuvo que rechazar su dimisión, ratificarle su confianza e insuflarle ánimos para que siguiera en el cargo, al tiempo que el Gobierno solicitaba al jefe del Estado Mayor republicano,
Vicente Rojo,
que tomara alguna iniciativa en la conducción de la guerra, tanto para aliviar la situación del frente norte como de la capital, además de intentar ganar tiempo a la espera de que hubiera un cambio en la escena internacional que aliviara la coyuntura militar de la República.
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