No son pocos los rituales que recurren a amuletos, esos artefactos que se han utilizado desde hace milenios para invocar protección o atraer la buena fortuna. Disciplinas místicas como la gemoterapia se valen de elaborados talismanes con piedras y cristales con el fin de “equilibrar y purificar” nuestras energías.
Por Clarín
Basta con pensar en el Antiguo Egipto, con su infinidad de amuletos en las cámaras mortuorias de faraones, para saber que desde que las civilizaciones cultivaron su espiritualidad crearon estos objetos y siempre han depositado en ellos poderosas intenciones. En Turquía tienen el nazar (u Ojo Turco), en China el Feng Shui ofrece varios como las monedas de la abundancia o los amuletos para los negocios y la prosperidad.
La autora Phyllis Curott ha recuperado en su libro Hechizos para vivir bien (Ed. Kepler) un amuleto más reciente, del siglo XIX, que se utiliza en un sencillo ritual para atraer la buena suerte, que se puede replicar en casa.
Este “hechizo”, como lo denomina Curott, fue originalmente publicado por el folclorista estadounidense Charles Godfrey Leland en su Etruscan Roman Remains, un clásico que documentó numerosas ceremonias paganas realizadas en Italia y que salió a la venta por primera vez en 1892.
Fascinado por este país europeo, donde murió en 1903, durante su vida Leland recuperó y registró un antiguo amuleto de sueños.
Curott escribe que este sencillo ritual “te traerá buena suerte” y que favorecerá que los dulces sueños y la “buona fortuna” se manifiesten en tu vida.
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