Bajo las encinas de 'Lo Álvaro', donde los juampedros danzan por lo verde de la historia del toreo, un viento frío levanta hoy del suelo la memoria de Ramón Ybarra. El último sereno de Sevilla. La vida es un Guadalquivir que va a dar a Vistahermosa, donde las olas manriqueñas del invierno han roto su espuma, su llanto, en el espigón de la primavera. Ni Murillo puede en estos idus de marzo pintar sus jardines para que pase la Candelaria. Es de noche en Sevilla. Si para Ramón no ha amanecido aún, para nosotros tampoco. En esta madrugada de siglos dormitamos hasta que la Esperanza nos levante. Porque hoy el cuerpo me pide recitar los versos de Manuel Alcántara: «Cuando...
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