Hay que reconocer que otra cosa no pero diligentes sí que eran. Cuando los demás nos reinventábamos como cocineros o nos hartábamos de ver series bajo el toque de queda, los koldos, ábalos y armengoles no dejaban de azacanear en plena pandemia. Al amparo del estado de alerta aceleraban trámites y plazos con una agilidad operativa inédita en administraciones habitualmente tan lentas, y con la misma prontitud le endosaban los pagos a la Unión Europea. Nadie les podrá achacar que no se tomasen en serio la emergencia. Hasta la esposa del presidente Sánchez encontró manera de reunirse con los directivos de una línea aérea que, oh casualidad, patrocinaba su actividad académica y luego se convirtió, también por pura coincidencia, en...
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