Una niña tiene problemas en casa, incontenida ira, hormonas enloquecidas y la necesidad de llamar la atención haciéndose la más intrépida sin ser consciente del peligro. Sufre la niña en su tránsito adolescente. Sufre la familia. Sufren sus amigas por verla caer en el extravío. Las niñas quieren a su amiga, hablan con ella, la reconducen. Algunas madres del grupo recomiendan distancia a sus hijas y les explican la fábula de la manzana podrida. Y les dicen: las amigas cuando sois tan jóvenes no tenéis que cargar con el peso de salvar a nadie. Que vaya al psicólogo si lo necesita. Entiendo el pánico a que se propaguen el dolor y la transgresión, y ese desespero que desdibuja las líneas...
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