Este viernes 23 de febrero llega a los cines 'Guardianes del museo'. Se trata de una película de animación dirigida por Vasiliy Rovenskiy en la que se cuenta la historia de estos vigilantes que pululan por el Hermitage , encargados de mantener a raya a los ratones. Lo que mucha gente no sabe es que estos felinos existen de verdad desde hace tiempos lejanos. Hace unos años en diferentes medios se hizo eco de que estos mininos habían sido incluidos en la herencia de un millonario y mecenas francés para la manutención de estos simpáticos y eficaces animalitos. El Museo Hermitage es uno de los grandes atractivos que podemos encontrar en San Petersburgo, ya que atesora una de las colecciones de arte más importantes del mundo. Está compuesto por un total de seis edificios y, como suele ocurrir en este tipo de ocasiones, cuenta con un enorme misterio. Una de estas construcciones, la más conocida del Museo, es el Palacio de Invierno . Éste fue construido a orillas del río Neva y se convirtió en la residencia de los zares de Rusia. Al ser un lugar tan emblemático cuenta con numerosas leyendas de fantasmas y misterios , pero esas son otras historias reservadas más para Iker Jiménez y Carmen Porter en 'Cuarto Milenio'... nosotros vamos a hablar de los gatos. Ellos forman parte del servicio de seguridad que se encargan de velar por la seguridad de todas y cada una de las obras que allí se conservan. Cuadros de Rafael, Kandinsky, Giorgione, DaVinci, Tiziano, El Greco, Matisse y Monet, entre otras piezas son cuidadas por estos singulares mininos. Noticia Relacionada estandar No El perro de los Biden muerde a 24 agentes del servicio secreto de EE.UU. M. L. El Museo Hermitage tiene un secretario de prensa dedicado en exclusividad a ellos y también tres cuidadores encargados de que no les falte nada. En la actualidad pueden pasear libremente por las estancias del palacio, pero no se les permite entrar en las salas del museo. Ellos viven y cazan en la red de sótanos y bodegas. Allí tienen una vida cómoda: las bodegas están siempre secas y calientes, todas las habitaciones están equipadas con pequeños pasadizos y todas las tuberías que van a la bodega están cubiertas con rejillas. Como dato curioso, el museo cada primavera, a finales de mayo, celebra el Día del Gato del Hermitage. En esa fecha los visitantes pueden contemplarlos y visitar su refugio y conocerlos. Basilio I, el primer caza roedores Echando hacia atrás en la historia de la llegada de nuestros protagonistas hay que trasladarse a un gato -llamado Basilio- que fue traído de tierras holandesas por Pedro el Grande. En esos tiempos el edificio era de madera y los ratones correteaban y cometían sus fechorías sin control. Fue tan eficaz que llegó a promulgar un decreto que ordenaba tener gatos en los graneros para protegerlos y espantar a ratones y ratas. Pero cuando cobraron protagonismo fue en el siglo XVIII, cuando las autoridades decidieron contar con ellos para tratar de acabar con una plaga de ratas que invadió la ciudad de San Petersburgo. La Zarevna Isabel I la Clemente, tomó prestada la idea de su progenitor durante una epidemia que se demostró que en la ciudad de Kazan, allí los gatos por decreto, hacían que las calles estuvieran libres de roedores. De esta manera se llevó 30 de ellos al palacio. Estos no tardaron en cumplir su misión. Fue tal la proeza que se erigió una estatua que se conoce como el Gato de Kazán y si lo acaricias, dicen, da buena suerte. En el año 1764, Catalina II la Grande decidió crear este museo. Lejos de expulsar a los gatos (no le gustaban mucho estos animalitos), dada su eficacia se convirtieron de manera oficial parte de la «plantilla». Les dio el estatus de «guardianes de las galerías de arte». Fue entonces cuando los gatos se instalaron oficialmente en el museo para siempre. Su labor continúa Los gatos «hermicas», como les llaman cariñosamente los trabajadores del museo siguen cumpliendo su misión. Mijail Piotrovski, uno de los directores del museo, dijo hace unos años que había establecido un «límite» de sesenta gatos, y que dan el «excedente» a buenas manos. ¿De que manera? El museo pone en marcha la maquinaria de adopción. Pero los gatos no se dan a cualquiera. Convertirse en propietario de un gato del Hermitage es un gran honor y una gran responsabilidad. Antes de entregar el gato, se entrevista al posible propietario y se registran sus coordenadas y los datos de su pasaporte. Se da prioridad a las familias; los gatos no están preparados para ser entregados a pisos comunales o de alquiler. El nuevo propietario recibe un certificado de «Propietario de un gato del Hermitage», que le da derecho a visitas gratuitas a las salas de exposición de por vida. Los trabajadores del museo afirman que hay más, ya que algunos sólo van a comer (hay cuencos con comida seca en casi todos los rincones) y luego salen a hacer sus necesidades gatunas. «Si un gato viene a nosotros desde la calle, no lo ahuyentamos», dice el personal. Club de amigos En el presupuesto del museo no hay ninguna partida para mantenimiento de los gatos; la comida se compra con donativos de visitantes, personal del museo y patrocinadores. Pero los gatos tienen un gran número de fans, por eso su bienestar está asegurado. El museo cuenta con un «Club de Amigos de los Gatos del Hermitage». Estos felinos cuentan con tres cuidadores a su cargo, tienen su propio jefe de prensa y hasta su propio Instagram: @hermitagecats. Todos los gatos tienen su propio pasaporte, cartilla veterinaria y figuran oficialmente como «especialista cualificado» en limpiar de ratas el museo. En marzo de 2016, los gatos del Hermitage fueron incluidos en la lista de atracciones que según la publicación británica Telegraph son de visita obligada. Como dato curioso durante la celebración la Copa del Mundo de fútbol que tuvo lugar en 2018, Aquiles, un gato blanco y sordo empleado en el Hermitage, fue capaz de predecir resultados emulando al pulpo Paul de Sudáfrica. Nombres como Shurochka, Mouse, Verenka, Sergo, Kira, Lushka son algunos de los lindos y eficientes gatitos herederos de Basilio que controlan y han controlado desde su bunker la llegada de los ratones y ratas al museo.