Los ataques no cesan en Gaza. La situación es tan crítica que las operaciones médicas se hacen sin medios. Hani Bseiso, un doctor palestino, se vio obligado a practicarle una cirugía a su hija de 18 años, herida por un bombardeo israelí, en su propia casa.
Al no poder llegar a un hospital cercano, y utilizando poco más que unas tijeras y una gasa que llevaba en su maletín médico, extirpó la parte inferior de la pierna derecha de A'Hed Bseiso.
"¿Qué hemos hecho mal? Estoy operando en la mesa del comedor. Sus arterias están destrozadas. Estoy cortando la pierna de mi hija sin anestesia", lamenta el hombre. "¿Qué injusticia es esta?", añade.
"¿Podría llevarla al hospital? Por supuesto que no", señala Bseiso, describiendo la zona como "bajo asedio". "Los tanques estaban en la entrada de la casa", afirma el padre.
A'hed Bseiso es parte de una generación de jóvenes amputados que emergen de la guerra que se libra en Gaza desde que militantes de Hamas atacaron Israel el pasado 7 de octubre, matando a unas 1.200 personas y tomando 253 rehenes, según los recuentos israelíes.
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncian que las condiciones en las que ahora la gente intenta sobrevivir son "atroces", sostienen que la situación de crisis es extrema en Gaza y piden un alto el fuego inmediato.