Se lo llevó un infarto este fin de semana cuando acababa de llegar de La Habana, su segunda residencia. Nadie merece la muerte que el destino le depara. Se llamaba Miguel Barroso y hasta el último momento ejerció de gran conseguidor y conspicuo asesor de los presidentes del PSOE en los sucesivos gobiernos, desde Felipe González a Pedro Sánchez, pasando por Zapatero. En España hay la inveterada costumbre de canonizar a los muertos en forma de necrológicas lacrimales en las que el fallecido padece una segunda muerte. Las coronas mortuorias de palabras ahogan cualquier atisbo de acercamien ...