Al acceder a la dirección de ABC fui avisado enseguida por tirios y troyanos de que el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín , era un hombre prudente. En exceso. Y esa cautela se la estaba inoculando a Don Felipe tras treinta años juntos. Lo que en otra época pudiera ser una virtud, quedaba dicho como defecto, rémora, falta de vitalidad. La vieja usanza frente a los estereotipos recientes de la vida pública; provocadores, narcisos y depredadores. Jaime Alfonsín se va como un gran servidor público, una hoja de servicios impresionante que ha sujetado el timón de la Zarzuela en un reinado durísimo, en una década repleta de dificultades. Frente a los regates y espectáculos de la política,...
Ver Más