La fragilidad defensiva del equipo rojiblanco preocupa a Simeone y a los hombres fuertes del vestuario
La imagen de Jan Oblak subiendo a rematar el último córner y corriendo detrás de Brahim después es el reflejo del desorden que vivió el Atlético en los últimos minutos. Mandar al portero a rematar la última jugada era una acción desesperada y casi necesaria en un partido en el que no había vuelta atrás. Era ganar o volverse a casa. Y el Atlético se volvió a casa con más dudas de las que llevó a Arabia.
En los últimos seis partidos sólo ha ganado dos, el de Liga contra el Sevilla y el de Copa contra el Lugo; ha empatado otro, contra el Getafe después de ir ganando 3-1 y ha perdido tres, contra el Athletic, contra el Girona y contra el Real Madrid. Pero lo más preocupante es que ha encajado quince goles en esos seis partidos. Uno fue contra el Lugo, un equipo de Primera RFEF que llegó a igualar el partido después de que el Atlético se pusiera por delante; dos contra el Athletic; tres contra el Getafe, cuatro contra el Girona y cinco contra el Real Madrid. Datos que hablan de la pérdida de personalidad del Atlético, que bajo la dirección de Simeone se ha caracterizado siempre por su fortaleza defensiva.
«Me recuerda cuando llegué al club, que el equipo hacía goles pero no defendía tan bien. Estamos pasando por ese proceso y obviamente la responsabilidad es absolutamente mía», admitía Simeone después de la derrota ante el Real Madrid. «Tengo que buscar las herramientas que ellos necesitan para volver a recuperar esa seguridad defensiva que siempre tuvimos. El equipo ofensivamente trabaja bien», añadía.
La fragilidad defensiva también es algo que preocupa a la estrella del equipo, Antoine Griezmann. «Otra vez encajamos muchos goles. Tenemos cosas que mejorar. Es algo que representa al Atlético de Madrid ser una defensa muy fuerte y no hablo sólo de los defensores, sino de todos. Hay que mejorarlo», lamentaba el francés después la derrota.
