El ataque ocurrió este martes en momentos en que el líder opositor coreano, Lee Jae-myung Lee, se encontraba visitando las obras del nuevo aeropuerto en la isla de Gadeok, en el llamado Mar de Japón, frente a la ciudad portuaria sudoriental de Busan (300 km. al sur de Seul, la capital).
Cuando el líder político hacía declaraciones a los medios, un individuo que se había infiltrado entre el público y los profesionales de la información se abalanzó de modo fulminante sobre él, propinándole una estocada directo en la yugular con un objeto no identificado de, aproximadamente, 20 a 30 centímetros.
El agresor, de entre 60 y 70 años, portaba un gorro de papel como si hubiera sido adherente a la campaña de Lee y le solicitó un autógrafo. Las imágenes muestran el dolor y la sorpresa en el rostro de Lee cuando alcanza a comprender la brutal agresión de la que acababa de ser víctima, según muestran claramente las imágenes divulgadas por la televisión surcoreana.
A continuación, el político se desploma y cae al suelo. Varias personas corren a auxiliarlo, mientras alguien sostiene un pañuelo presionando sobre su cuello. El atacante logró ser detenido de inmediato por la seguridad del político y éste, gravemente herido y consciente pese a la abundante hemorragia, fue trasladado de urgencia a Seúl para ser intervenido.
Según el último reporte de la agencia surcoreana Yonhap, Lee continuaba en la UCI mientras se espera su evolución. Tras la conmoción de los primeros momentos, el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, como el líder del derechista Partido del Poder Popular, en el gobierno, Han Dong-hoon, condenaron con dureza el ataque y pidieron que se investigue a fondo lo sucedido. Lee, de centro izquierda, perdió las elecciones presidenciales del año pasado precisamente contra el conservador Yoon Suk Yeol.
El dirigente de centro izquierda se convirtió en la figura central de su sector en parte gracias a su historia de superación personal desde sus inicios como niño trabajador en una fábrica, pero en parte también por su estilo franco y desinhibido para enfrentar a las personas, especialmente cuando fue alcalde de Seongnam, al sur de Seúl.
Sus partidarios lo ven como un héroe anti-elitista capaz de reformar la política, erradicar la corrupción y resolver la creciente desigualdad económica que azota a Corea del Sur. No obstante, sus críticos lo ven como un populista peligroso, alguien que exacerba las divisiones y que “sataniza” a sus oponentes de derecha y ultraderecha.
Más allá de tales calificaciones, varios escándalos complicaron su candidatura presidencial en 2023. La fiscalía lo imputó en marzo por cargos de corrupción y soborno en torno a proyectos de desarrollo, que habrían sucedido hace años, durante su administración como alcalde.
La Oficina de la Fiscalía del Distrito Central de Seúl acusó a Lee, de incumplimiento del deber, conflicto de intereses, soborno y encubrimiento de ingresos ilícitos relacionados con los proyectos de desarrollo en los distritos de Daejang-dong y Wirye, en Seongnam, y lo mismo con relación al club municipal de fútbol de la ciudad.
Anteriormente, los fiscales habían solicitado una orden de arresto contra Lee, pero la Asamblea Nacional, dominada por el Partido Demócrata, votó en contra de la petición del Gobierno de obtener el consentimiento parlamentario para detenerlo, como determina la ley surcoreana.
En esos días, Lee negó todas las acusaciones, calificando la investigación como una maniobra política organizada por el Gobierno de Yoon Suk Yeol, su contendor, para eliminarlo en su condición de “enemigo político” y prometió luchar hasta el final para que se establezca la verdad.
