"Nunca he sido del pensamiento de que Rafa necesita ritmo porque es demasiado bueno, pero ahora la situación es distinta", aseguraba Carlos Moyá en una entrevista en la web de la ATP hace un par de semanas. La hora de la verdad para Nadal ha llegado: reaparece en Brisbane en un partido individual tras un año menos 18 días sin jugar un partido oficial en solitario (lo hizo en dobles con Marc López). Su rival será Thiem y todo el mundo está expectante para saber cómo vuelve el zurdo, también su entrenador, aunque Moyá confía como nadie en su pupilo porque ya le ha visto hacer cosas increíbles antes.
Esta vez estamos ante un reto mayor para Rafa por varias razones: pese a que en su carrera las lesiones han estado muy presentes, nunca ha tenido un parón tan largo, de más de once meses. Y en junio cumple 38 años. El gran objetivo que tiene es como siempre la tierra batida y Roland Garros, pero está por ver si su rendimiento es inmediato o no, como ha sucedido en la mayoría de los parones anteriores.
Ya desde bien joven conoció Rafa lo que suponía que una lesión le frenara. El primer gran año de su carrera fue 2005 (aunque en 2004 ya había ganado la Copa Davis siendo protagonista), con once títulos, incluido el primer Roland Garros, pero en octubre tuvo que parar después de imponerse en la final de Madrid (cuando era bajo techo, en pista dura y en la Casa de Campo) por el dolor en el pie izquierdo que terminó siendo la lesión crónica que le ha acompañado durante toda su trayectoria deportiva. Reapareció en Marsella en febrero de 2006 e hizo semifinales. A finales de ese febrero ganó el título de Dubái derrotando a Roger Federer. Ese mismo curso también ganó Roland Garros y fue finalista en Wimbledon.
Su gran parón hasta este de ahora lo vivió en 2012, cuando perdió en la segunda ronda de Wimbledon ante Rosol con la tendinitis de las rodillas siendo una tortura y no compitió hasta febrero de 2013 (se perdió, por ejemplo, los Juegos de Londres, en los que iba a ser el abanderado). Su vuelta fue en tierra y su nivel fue de nuevo muy alto desde el principio: llegó a la final de Viña del Mar y ganó Sao Paulo, Acapulco e Indian Wells. Eso fueron sus cuatro primeros torneos. El curso lo acabó con diez títulos (entre ellos Roland Garros y el US Open) y cuatro finales (una de ellas en la Copa de Maestros).
En 2014, tras jugar la final de Australia e imponerse en Roland Garros, un problema en la muñeca le obligó a estar fuera de las pistas un par de meses. Esta vez sí le costó un poco más el regreso, sin grandes resultados hasta pasado un tiempo. Se unió una operación de apendicitis que le hizo perderse el final de ese 2014 y después una falta de motivación que ha sido casi el mayor obstáculo. Perdió la confianza, las ganas. En febrero de 2015 se impuso en Buenos Aires, era un ATP 250. Esa temporada perdería en Roland Garros y en 2016 se retiró de la tierra de París por nuevos problemas en la muñeca. Desde Roland Garros 2014 hasta Roland Garros 2017 no ganó un Grand Slam, pero ese bache también consiguió superarlo, con algo más de paciencia. Desde ahí suma ocho de sus 22 Grand Slams.
La otra lesión en el psoas (pero en el lado derecho) fue en 2018, cuando se retiró de las semifinales del Open de Australia. El tratamiento conservador sí funcionó en esa ocasión y volvió casi tres meses después en la Davis con dos triunfos y haciendo una gira de tierra casi perfecta: ganó Montecarlo, Barcelona, Roma y Roland Garros. Sólo cedió en Madrid.
La pandemia supuso uno de los desafíos más importantes para el manacorense. En 2020 estuvo sin jugar un partido oficial entre febrero y septiembre, mes en el que ganó el Roland Garros otoñal con frío bajo techo. Rafa sí ha reconocido que después de la crisis del covid y de tantas interrupciones, la lesión crónica en el pie pasó a ser un problema que le impedía incluso ser feliz en su vida normal. Su cuerpo empezó a darle más problemas de los habituales. Tras Roland Garros 2021 se detuvo de nuevo (tuvo un fugaz regreso en Washington) y reapareció en 2022 con los títulos en Melbourne, la inolvidable remontada en el Open de Australia ante Medvedev y el décimo cuarto Roland Garros, que ganó casi cojo. Ha sido la última gran hazaña de Rafa, que ahora busca el más difícil todavía.