Largo será el año ya en curso como más interminable puede hacerse si la cuesta de enero agarrota más la capacidad de reacción del Barça de
Xavi.
Las Palmas, con
García Pimienta y su ADN azulgrana como amenaza, dará inicio a un calendario infernal de dos partidos por semana y tres títulos en juego. La
Supercopa cobra más valor visto el panorama liguero para ejercer de reválida de la deseada resurrección azulgrana mientras se ventilará el billete a ‘semis’ de
Copa antes de febrero.
Xavi se vistió más que nunca de entrenador en la bronca prenavideña ante el
Almería. El foco también está en los jugadores, casi todos ellos por debajo de su nivel. Tras tres meses para olvidar salvo la primera hora del
Clásico, la segunda parte ante el
Porto y todo el partido contra el
Atlético, la reputación de todos está en juego desde ya. No vale el cuento de la construcción con un
Barça que ganó la última Liga. Por eso el técnico alzó la voz. No debe haber contemplaciones si se aplica el lema de
Laporta del “perder tendrá consecuencias”. Y no sería admisible caer ante el Nápoles en octavos de la Champions a no ser que se baje más el listón cuando la exigencia intrínseca del escudo es máxima.
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