Los hombres y mujeres que luchan por manifestar al mundo la invisibilidad heredada de una gran minoría logran reforzar la dignidad del resto, haciendo que la injusticia que encarnamos resulte más asumible para la conciencia colectiva. “Mirar y no ver” se ha convertido en una doctrina universal en ocasiones disfrazada de falsa solidaridad, cargada de populismo cobarde e interesado.