En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, específicamente en la zona que conecta el Área Internacional con la Nacional, hay, además de módulos de información y gente descansando en la alfombra, un refrigerador que en lugar de galones de leche, carnes y vegetales, tiene libros.“Queriendo hacer algo en mi municipio (Guasave, Sinaloa), una vez pasé por un rancho y vi un refri tirado ahí donde estaban comiendo las vacas, y dije ‘Lo podemos activar’; en lugar de generar más basura, lo reutilizamos y lo convertimos en una biblioteca”, recuerda Laura Vizcarra, presidenta de la asociación civil Hojas Vivas, responsable de los frigoríficos literarios.El primer Bibliorefri se inauguró en febrero del 2020 para los estudiantes de la Universidad Autónoma de Occidente y desde entonces su funcionamiento es sencillo: “Que traigas un libro y que te lleves otro, es intercambio o donación”.Además, el proyecto cuenta con una plataforma digital, Bibliorefri.com, que permite consultar la ubicación y contenido de alguno de estos ‘electrodomésticos de libros’. “Como en Guasave usan mucho Facebook, se hizo una pequeña plataforma donde te das de alta con tu Facebook y ahí entras, es como un bibliotecario digital. El fin es saber qué géneros se leen más”, explica Vizcarra.Como esta iniciativa comenzó el año en que irrumpió la pandemia, su segundo dispositivo se lanzó en México hasta el 2021. Afortunadamente el año siguiente, 2022, fue de expansión: “Empezamos a colocarlos en mercados de Guadalajara con la Red de Mercados Unidos y ahorita ya tenemos uno en el Estado de México”. Además, a las escuelas que tienen estos dispositivos de lectura, la responsable de Hojas Vivas lleva talleres: “Ahorita tenemos uno de narrativa en las (escuelas) de Sinaloa. Y el año que entra vamos a las prepas y a las universidades. ¡Estar en la FIL nos da un respaldo internacional!”.Destaca que cada Bibliorefri está intervenido por diferentes artistas. Y la asociación civial extendió el proyecto al hacer copias diminutas que pueden usarse como llaveros o alhajeros.“Bibliorefri ha gustado porque llegan, ven un refri y dicen ‘¿Qué onda? ¿Hay comida?’, lo abren y encuentran libros, y algunos hasta se emocionan”, señala Laura. hc