He estado recientemente en este grato, sencillo y acreditado establecimiento, porque en sus mesas bien vestidas se reúne y se saborea todo el bello paisaje vasco, junto con los inigualables frutos del Cantábrico. Regentado, desde hace casi tres cuartos de siglo, por la familia Eceiza y situado a unas docenas de metros de la donostiarra Playa de La Concha, elaboran una propuesta diaria, a precios competitivos, basada en productos de temporada.