A un campeón nunca se le puede dar por vencido. Sobre todo cuando está herido y tiene en la mirada un brillo de querer morder al primero que se le acerque. Cuando a Jon Rahm no le salen las cosas a su gusto y sabe el motivo no hace falta darle muchas explicaciones para que las arregle. Por eso, después de superar el corte por los pelos con un tripateo en el hoyo 18 del viernes, en su cabeza no había otra opción que ir a por todas el sábado. Noticia Relacionada Golf estandar No Jon Rahm, indignado: «Me sentía ignorado en el campo» Miguel Ángel Barbero El golfista español (+3) acabó descentrado después de varios altercados con el público «Desde el hoyo 1 decidí salir agresivo y atacar todos los golpes como si fueran los más decisivos de mi vida» comentó al terminar su tercera ronda, en la que dio toda una exhibición de juego y actitud. Aprovechando la bonzanza de un tiempo que no fue tan malo como cabía esperar, pudo tirar con el viento a favor en la mayoría de las calles y así lanzar bombas de 300 metros de longitud en algunos de ellos. Las que luego, merced a su acierto con el chip y el putt, se convirtieron en una tarjeta de ensueño: ocho birdies sin fallo para un total de 63 golpes, su resultado más bajo en un Open Británico , que rompió de largo los 65 que había establecidos como mejor registro en Royal Liverpool. «Me he encontrado muy a gusto a lo largo de toda la jornada y después de cada acierto solo pensaba en firmar el siguiente. He disfrutado a tope». Con la mirada de ganador que le caracteriza, el de Barrica solo avistaba ya la última ronda de mañana, en la que de repente se vuelve a ver como aspirante al título. Aunque lo afronte de una manera distinta al que obtuvo en Augusta el pasado mes de abril. «Allí estuve en cabeza desde el primer día y aquí he llegado desde atrás, es la única diferencia, porque en cuanto al nivel de juego que estoy teniendo siento que es el mismo. Como he dicho en alguna otra ocasión, cuando estoy así me siento invencible y ahora vuelvo a revivir esa situación». En el momento en el que Rahm sellaba su (-6) salían al campo los partidos del turno de tarde, en los que el líder provisional Brian Harman ya había perdido dos golpes (-8). Todavía queda mucho golf por delante en Hoylake, pero Jon ya ha dado su primer mordisco. Y sigue teniendo por delante un objetivo claro: la victoria en el Open. Al citarle el hecho de que su admirado Seve nunca había firmado un 63 en el British, el vasco respondió con ironía. «Preferiría ganar tres Jarras de Clarete y no haber sellado nunca esta tarjeta». Genio y figura.
