Durante los últimos meses, el frente ha dejado de convertirse en la principal generadora de noticias en el mundo. Los planes de paz lanzados por China o Brasil han abierto la puerta a la esperanza, pero ni Rusia ni Ucrania han querido entrar en muchas valoraciones. Mientras, el campo de batalla permanece en silencio ante la falta de avances de uno u otro ejército, una pausa en la contienda que anuncia una reanudación de la misma en ciernes.
Todo parece indicar que el Ejército ucraniano moverá ficha lanzando un gran ataque sobre las posiciones rusas, algo que ya se espera en Moscú. La llegada de la ayuda militar solicitada por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha ido llegando y acumulándose en los almacenes militares mientras centenares de soldados y oficiales del país vuelven a casa mucho más preparados tras la formación recibida en varios países de la OTAN.
Un documento de la inteligencia norteamericana con fecha de 28 de febrero que fue recientemente filtrado afirmaba que Occidente ya había enviado a Ucrania 200 tanques. El pasado mes de diciembre, el jefe del Ejército ucraniano, Valeriy Zaluzhnyi, aseguró que su país necesitaba 300 para derrotar a Rusia, además de artillería.
Ayer, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que ya se había entregado a Ucrania «más del 98%» de los vehículos de combate que le habían prometido para hacer frente a la invasión rusa. Este porcentaje se traduce en «más de 1.550 vehículos blindados, 230 tanques y otro equipamiento, incluidas vastas cantidades de munición».
El mismo documento filtrado hacía hincapié en la grave escasez de defensas aéreas, algo que podría convertirse en un problema si las fuerzas de Kyiv avanzan rápidamente y necesitan protección contra los bombardeos rusos.
La agencia británica de noticias Reuters publicaba ayer un completo estudio basado en las imágenes satelitales enviadas por Capella Space, en las que se muestra la aparición de zanjas antitanques construidas cerca de la ciudad de Polohy, en la región de Zaporiyia, actualmente ocupada por fuerzas rusas. Además de las zanjas, barricadas y trincheras en zig-zag, las líneas defensivas de Rusia también incluyen campos de minas, alambre de púas y posiciones de armas camufladas.
Allí, el Ejército ruso ha construido además dos líneas defensivas distintas, una al norte y otra al sur. Se extienden a lo largo de unos 30 kilómetros y se puede apreciar en las mismas imágenes que detrás de ellas se han construido barricadas de hormigón armado. En la tercera línea, se encuentran las trincheras de defensa que albergarán a las tropas rusas. Dos puntos han sido fuertemente reforzados, uno es la vía de entrada a la península de Crimea, la otra es la región sur de Zaporiyia.
Según las vistas aéreas de la zona, se puede comprobar que algunas ciudades, como Tokmak y Bilmak, han sido rodeadas por fortificaciones. Se han cavado trincheras a lo largo de las carreteras, fuera de otras poblaciones y en los aeropuertos de las ciudades de Melitopol y Berdiansk.
Expertos militares en la materia coinciden en que por muy potente que sea el contraataque ucraniano difícilmente podría cambiar el rumbo de la guerra, aunque sí recuperar el acceso a las rutas que poseía en el Mar Negro y así retomar la exportación de grano, dando al traste con los planes de Moscú que ya ha señalado que podría cerrarlos.
En Kyiv no hay un excesivo optimismo sobre futuros suministros de armas, sabedores de que muchos países de Occidente les han entregado la práctica totalidad de munición y aparatos posibles, sin tener muy claro que esa ayuda pueda continuar en el futuro o si la proporción de la misma vaya a ser la misma o disminuya.
Rusia no tiene prisa y podría aguantar el golpe, demostrando que la táctica del desgaste, heredada de la Unión Soviética, puede dar sus frutos, aunque a largo plazo. Se puede deducir por las imágenes facilitadas por el satélite que la mayor parte de las construcciones defensivas rusas fueron ejecutadas después del mes de noviembre, coincidiendo con la retirada de las tropas de la ciudad de Jersón.
Por la construcción de las mismas se puede adivinar dónde los rusos creen que serán atacados y Jersón parece ser un objetivo esencial para Rusia. La reciente visita a la zona del presidente ruso, Vladimir Putin, podría demostrarlo.
Para los ucranianos, en cambio, la prioridad sería avanzar hacia el sur y llegar hasta Crimea. De esta manera romperían el corredor terrestre ruso y tendrían la península al alcance de su artillería. Crimea fue anexionada por Rusia en 2014 y desde entonces ha sido vital recuperarla para el Gobierno de Volodimir Zelenski.
Además, allí se encuentra la principal base naval rusa en el mar Negro. La gran incógnita ahora sería calcular la magnitud de los ataques ucranianos y el potencial con el que contaría el Ejército ruso para contenerlos. Se sabe que Ucrania podría tener entre 100.000 y 110.000 efectivos listos para actuar, incluidas ocho brigadas de asalto con un total de 40.000 soldados. De la parte rusa no se tienen muchos datos, pero se sabe que la campaña de reclutamiento comenzada hace unos meses para reclutar a soldados profesionales ha empezado a dar sus frutos sin saber si podrían ser suficientes o si el Kremlin volverá a ordenar una nueva movilización masiva.
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