Tras demasiado tiempo conviviendo con una pandemia, 2022 ha sido el año en el que los viajes se han vuelto a normalizar. O casi. Porque muchos destinos han seguido cerrados o imponiendo restricciones por culpa de la Covid. Pero ahora que hemos podido coger carrerilla, 2023 vuelve a ponernos 12 meses por delante para que podamos dar rienda suelta a nuestra pasión viajera y aprovechar para visitar nuevos países, regiones y ciudades, e ir conociendo algunos de esos destinos que aún tenemos en el tintero.
Una por cada mes, y especialmente escogidas a lo largo del año, aquí tienes 12 propuestas para que empieces a preparar tu viaje desde este mismo momento. De enero a diciembre te sugerimos destinos como Hungría, Brasil, Italia, Jordania, Turquía, Francia, Estados Unidos, Islandia, Portugal, Grecia, Costa Rica, Argentina y Chile, de manera que tienes opciones que se adaptan a todos los gustos y necesidades. Y para que veas por qué los hemos repartido así, aquí los tienes al detalle.
En enero en Budapest hace frío, eso ni lo dudes, pero si te abrigas bien podrás disfrutar de la ciudad en uno de sus momentos más bonitos, y además darte el gustazo de remojarte en uno de sus baños termales mientras que te envuelve el vapor y te rodea la nieve. Puedes visitar el parlamento de Budapest, la basílica catedral de San Esteban, la Ópera Nacional de Hungría y la Gran Sinagoga en Pest, así como el Castillo de Buda, el Bastión de los Pescadores y la iglesia de Matías, ya en Buda, pero sin duda en esta época lo que no puedes pasar por alto son balnearios como los de Gellert, el de Rudas y el de Széchenyi.
Río de Janeiro en febrero solo puede significar una cosa: ¡carnaval! Una de las celebraciones más coloridas y desenfrenadas del mundo que sin duda hay que vivir en persona. Para asistir al Sambódromo y admirar el desfile de las escuelas de samba es necesario reservar con la mayor antelación posible, aunque tampoco es nada despreciable la fiesta que se vive en la calle con los blocos de sus barrios. Te puede ser muy útil esta guía para vivir y entender el carnaval de Río de Janeiro.
A Sicilia se puede ir en cualquier época y siempre nos enamorará, pero marzo es buena idea para huir de las multitudes, pues la mayor de las islas del Mediterráneo puede resultar tremendamente turística en según qué momento. El clima es suave y los días largos, por lo que podemos disfrutar de enclaves de gran importancia histórica como el teatro griego de Siracusa, los templos de Agrigento, los mosaicos romanos o la catedral medieval de Monreale. Y ojo, porque normalmente en marzo aún es posible esquiar en el Etna.
Jordania es un destino tan completo como fascinante y en abril podemos disfrutar de sus encantos con las mejores temperaturas. Si queremos aprovechar el tiempo y conocer su cara más característica, no hay que pasar por alto maravillas como la ciudad perdida de Petra, Ammán, Madaba, el Mar Muerto, el Mar Rojo y sus aguas cristalinas, el desierto de Wadi Rum, las ruinas romanas de Jerash o el espectáculo natural de Wadi Mujib.
A Capadocia es mejor ir antes de que llegue el calor, y por eso mayo puede ser un momento perfecto antes de que se llene de turistas. Sus paisajes, sus amaneceres, sus colores y la historia de la que hablan sus valles hace que se trate de un destino único y de una espectacular belleza natural. Las chimeneas de hadas son una de sus caras más famosas, pero te sorprenderá descubrir que aquí civilizaciones milenarias dejaron su huella construyendo ciudades completas excavadas en la roca de sus valles.
Normandía resplandece bajo el sol de junio como en ningún otro momento del año. Es un destino para disfrutar al aire libre, y este mes además el jardín de Claude Monet, en Giverny, está sembrado de amapolas y rosas, cuando se recuerda a los soldados de la II Guerra Mundial en el día D (6 de junio de 1944). Pero en Normandía también hay castillos, catedrales, sidras y quesos, además de lugares de espectacular belleza como la abadía del Mont-Saint-Michel y aldeas típicas como Beuvron-en-Auge.
Alaska es uno de los destinos naturales más bonitos del mundo. Aquí la naturaleza es salvaje, al igual que los osos, y si queremos ver alguno julio es el mejor momento. No es difícil ver osos pescando salmones en el Parque Nacional Katmai, y si le dedicamos al menos 15 días podremos pasar también por el Parque Nacional Denali, ver glaciares e icebergs, así como alguna ballena en los Fiordos de Kenai. En pocos sitios puede ser tan necesario viajar en hidroavión como aquí.
Hay dos ‘Islandias’, la de invierno y la de verano, y no tienen nada que ver. Si viajamos en agosto podremos ser conscientes de la dureza de sus paisajes y aprovechar el único momento en el que podemos acceder a sus campos de lava, sus cráteres volcánicos y sus paisajes rocosos. Aquí la naturaleza se muestra al desnudo y podemos disfrutar de sitios como el lago Víti, el monte Herdubreid, las cuevas de hielo de Kverkfjöll o las cascadas de Skógafoss y Seljalandsfoss.
Madeira es uno de esos sitios de contrastes, en el que viajas a Portugal aunque sepas que estás en África. Una isla subtropical de frondosa naturaleza, que acoge con los brazos abiertos a los amantes del buen comer y el buen beber, y que celebra su propia Fiesta del Vino de Madeira entre finales de agosto y principios de septiembre. Justo cuando te proponemos ir. Si te va el senderismo puedes aprovechar para descubrir sus levadas, los típicos canales de irrigación de la isla concebidos para aprovechar las fuentes de agua de ciertas regiones.
Octubre ofrece temperaturas suaves y menos turistas que en pleno verano, y aunque se suele visitar a la vez que el resto del país, al Peloponeso le puedes dedicar al menos una semana. Para llegar desde Atenas deberás atravesar el canal de Corinto y, una vez dentro de la península, tienes por delante tres visitas básicas: Corinto, Micenas y Epidauro. Y otras opcionales según te organices con el tiempo: Akrocorinto, Nemea, Mystras y Olimpia. En Micenas viajas a un periodo comprendido entre los siglos XVII y XII a.C., en Corinto a los siglos VII y V a.C., mientras que en Epidauro el verdadero protagonista es su teatro, del siglo IV a.C.
Piensa que en Costa Rica no hay invierno y verano, sino temporada de lluvias y temporada seca, que en realidad más que ‘seca’ podría ser ‘de menos lluvias’. Pero Costa Rica es recomendable siempre, llueva o no llueva. Infinidad de tortugas marinas acuden a sus costas a desovar durante esta época y de noviembre a febrero es buen momento para ver tortugas laúd, las más grandes de todas con sus dos metros de largo y sus 500 kg de peso, e incluso animarse a participar en algún proyecto de conservación y voluntariado en el Parque Nacional Marino Las Baulas, en la provincia de Guanacaste.
Y te proponemos por último viajar al sur de Patagonia en diciembre para, precisamente, viajar al verano. Llegar allí es como viajar a los confines de la Tierra y esa será precisamente la sensación que tendrás cuando llegues a Ushuaia, en Argentina. Una vez allí no te quedará más remedio que seguir hacia el norte, porque hacia el sur solo te espera la Antártida. Puedes subir por la frontera entre Argentina y Chile para vivir la llegada del verano en lugares como el Parque Nacional Torres del Paine, el glaciar Perito Moreno o El Chaltén, donde la naturaleza se muestra con una belleza extrema.
