Como su nombre indicaba en 1979, cuando nació, el Rally París-Dakar comenzaba en la capital de Francia y la meta estaba en la capital de Senegal . Los participantes iban de Europa a África pasando por varios países, con el desierto como protagonista. Los kilómetros de arena, la orientación y las dunas traicioneras siguen siendo los grandes retos a superar, pero lo único que le queda de Dakar –y de África- a la exigente prueba automovilística es el nombre. Y de París, ni siquiera eso. Desde 2007, el popular raid se ha celebrado en Sudamérica y en el reino asiático de Arabia Saudí . Antes, mucho antes, en el año 1977, Thierry Sabine, peculiar piloto parisino apasionado de los deportes de motor, participaba con su Yamaha XT 500 en el Rally Abiyán-Niza . Iban de Costa de Marfil a Francia, pero se perdió en el desierto de Libia. Circulaba solo, sin inexistente tecnología para orientarse ni comunicarse. Creyó llegado el fin de sus días en aquellas dunas inmensas, pero una avioneta avistó la cruz que había hecho en la arena con piedras y fue rescatado. Sabine, marcado para siempre por semejante experiencia, regresó a su país con una obsesión: organizar una carrera. Pero no una más, sino «la carrera más grande del mundo». Y solo un año después, el 26 de diciembre de 1978, salieron de París 170 pilotos profesionales y aficionados -90 motos y 80 coches- que debían recorrer 10.000 kilómetros por Francia, Argelia, Níger, Mali, Alto Volta y Senegal. Menos de la mitad, 74 vehículos, fueron capaces de llegar a Dakar. No se estableció clasificación por categorías, así que el primero que cruzó la meta fue el francés Cyril Neveu en su moto Yamaha. Los ecos de una prueba tan novedosa, incluso extraña, apenas llegaban a España . De hecho, su denominación hacía que muchos creyesen que se trataba de una cita ciclista similar a la París-Niza o la París-Roubaix . Esa fue una de las razones por las cuales los pilotos españoles tardaron tres años en presentarse en la salida de la capital francesa. En la cuarta edición, disputada del 1 al 20 de enero de 1982, hubo por vez primera tres representantes, uno en cada categoría (en 1980 se había añadido la modalidad de camiones): en motos, Juan Porcar pilotó una Ossa 350 Desert luciendo el dorsal 38; en coches lo hicieron José Carlos Cabrera y Eusebio Abascal a bordo de un Lada Niva (dorsal 183); y en camiones, Carlos Del Val y Jaime Lazcano (dorsal 391), con su Iveco, fueron los únicos y primeros españoles en acabar un París-Dakar. «La prueba más dura del mundo» En España, los medios de comunicación apenas prestaban atención al París-Dakar. El día de Navidad de 1981, el 'Mundo Deportivo' publicó una noticia que no ocupaba ni siquiera media página. «Por primera vez equipos españoles participarán en la que está considerada la prueba más dura del mundo», arrancaba el texto de un periódico que, como es tradición en la prensa escrita de Cataluña, tiene dos días de vigencia, el 25 y el 26 de diciembre. El diario deportivo catalán prosigue describiendo las características de esta nueva y peculiar competición: «10.000 kilómetros de carrera ininterrumpida a través de toda Francia , todo el Sáhara y gran parte del África negra esperan a los 380 participantes… Motos, coches y camiones estarán enfrentados en una lucha no sólo por la victoria, reservada únicamente a los equipos y pilotos oficiales, sino una lucha por la supervivencia dentro de la carrera, pues para la mayoría terminar es todo un éxito». «Bajo la torre Eiffel de París, en la plaza del Trocadero, se dará la salida a partir de las 8 de la mañana del día uno de enero a todos los participantes, saliendo Juan Porcar con su Ossa a las 8.18 horas ya que lleva el número 38. Los últimos serán los mastodónticos camiones de 20 toneladas para quienes está reservada una clasificación aparte –añade la información-. Los problemas de combustible, alimentación, agua y las frías noches de África (en 1981 estaban a -4) van a conseguir, como en las demás ediciones, que dos terceras partes de los participantes hayan abandonado en pleno Sáhara antes de llegar a la mitad de carrera. El año pasado de 150 motos que tomaron la salida de París, tan sólo entraron en Dakar 25 y la mayoría de ellas maltrechas». Aunque durante las tres primeras ediciones de la prueba ya se contabilizaban cuatro víctimas mortales –en 1979, un participante francés en moto; y en 1981, tres italianos (un periodista y dos asistentes del equipo Iveco) que viajaban en un coche de apoyo-, lo que sucedió en 1982 le dio a la carrera la visibilidad y fama mundiales definitivas. El principal culpable fue el hijo de Margaret Thatcher, entonces poderosa y universalmente conocida primera ministra británica. Mark Thatcher participó en el París-Dakar como copiloto de la francesa Annie Charlotte Verney a bordo de un Peugeot 504. Su presencia ya había provocado que muchos focos apuntaran por vez primera a esta prueba, y el interés se multiplicó cuando a los medios de comunicación de todo el mundo llegó la noticia de la desaparición del joven Thatcher (28 años) junto a su compañera de equipo y el mecánico que iba con ellos, Claude Garnier. La alarma saltó el lunes 11 de enero: « Mark Thatcher continuaba sin aparecer al término de la sexta etapa de la prueba, aunque había sido visto a 70 kilómetros de Timiaouine (Mali). No se sabe la suerte que hayan podido correr el citado Tatcher y la francesa Charlotte Vemey, pese al rumor de haber sido vistos, pues no se tienen noticias desde el pasado viernes. Thierry Sabine, el organizador del Rallye, anunció que viajará en avión para participar personalmente en los trabajos de búsqueda si antes no se producía alguna novedad en torno al tema. El 'avión-escoba' de la prueba, un pequeño monomotor, ha sobrevolado a poca velocidad las zonas donde los participantes podrían haberse perdido, sin obtener resultados positivos. Las difíciles transmisiones por radio dificultan por el momento la búsqueda». Pasaron dos días más sin noticias. La preocupación crecía, y varias unidades terrestres y áereas del Ejército de Argel buscaron por el desierto a los tres desaparecidos. Al mismo tiempo se iban conociendo nuevos detalles: «La pista del trío se perdió cuando no llegaron a un punto de control, a unos sesenta kilómetros al norte de Timiaouine, en el extremo sur de Argelia, cerca de la frontera con Mali. A partir de entonces, un avión alquilado por los organizadores de la prueba automovilista -creen que se habría roto el eje trasero de su vehículo y que los desaparecidos contarían con víveres para varios días- rastreó, sin éxito y durante varias horas, la región». Angustia en Londres En Londres, la inquietud se tornaba angustia por momentos. Margaret Thatcher, abordada por los periodistas en un hotel, exhibió un perfil desconocido en una dura política apodada la Dama de Hierro. Así lo contó Ignacio Carrión, corresponsal de ABC en la capital inglesa: «La primera ministra no pudo contener las lágrimas y manifestó: 'Lo siento, no hay noticias. Estoy muy preocupada. Mi marido llegará a Argelia esta tarde'. Después de estas declaraciones, la señora Thatcher, visiblemente turbada, volvió a llorar. Sus ayudantes se situaron a su lado para confortarla y durante unos momentos se apoyó en el hombro de uno de ellos. Después, la jefa del Gobierno asistiría a una recepción, y en varias ocasiones ofreció un semblante preocupado». «Como había anunciado Margaret Thatcher, su marido voló a Argelia en un avión privado de un íntimo amigo de la familia, a fin de seguir la operación de búsqueda. En estos trabajos, además de las fuerzas del Ejército argelinas, colaboran tres aviones militares franceses, según anunció el ministro francés de Defensa, Charles Hernu –prosigue la crónica de ABC-. Por su parte, un portavoz de Downing Street indicó que el presidente francés, Francois Mitterrand, prometió al Foreign Office que colaboraría en todo lo posible. De ahí el envío posterior de tres aviones franceses. El Gobierno de Londres está en contacto permanente con los organizadores del Rally París-Dakar y con los Gobiernos de Argelia y Francia». Noticias Relacionadas estandar Si Mundial de Qatar 2022 Cuando Francia fue un equipo «de sucios niñatos, malcriados e inconscientes» Ángel Luis Menéndez estandar Si El Baúl de los deportes Cuatro goles de oro... y uno que le birlaron a España Ángel Luis Menéndez Tal despliegue internacional obedeció al creciente temor, publicado por algunos medios, de un «posible secuestro» o incluso un «ataque terrorista» cuyo objetivo indirecto sería hacer daño a la madre de Mark, principal dirigente política de una de las grandes potencias mundiales. Los responsables de la prueba también buscaban a los desaparecidos. «El avión de la organización ha sobrevolado una docena de veces la zona donde el vehículo de Mark fue visto por última vez», afirmó Thierry Sabine. Y Michael Bosi, un piloto suizo que participaba en el rally, desveló que vieron el coche averiado de Mark y le propusieron a él y a sus dos compañeros evacuarles entre varios vehículos, pero que declinaron el ofrecimiento y se quedaron en el desierto con algunos víveres suplementarios tratando de arreglar la avería. Posteriormente, el 'coche-escoba' de asistencia se dirigió hacia el lugar donde se esperaba encontrar el vehículo de Mark inmovilizado. Vieron las huellas de los neumáticos, pero no pudieron localizar el automóvil. Sabine preguntó a los nómadas que circulan por la región, así como a varias patrullas de la Gendarmería argelina. Uno de los beduinos dijo haber visto un coche blanco (el Peugeot de Mark era blanco) que había pedido gasolina en un poblado y que circulaba en dirección a Tamanraset (ciudad del sur de Argelia). Juan Porcar ABC Juan Porcar tirado en una aldea de Argelia Uno de los pioneros españoles en aquel año 1982 fue Juan Porcar (Barcelona, 13 de mayo de 1953), periodista catalán que cubría la información del Mundial de motociclismo y que también competía en pruebas de resistencia. Apodado 'El Africano', se aventuró a participar en el Dakar a lomos de una Ossa 310 Pionner. Lo hizo él solo ante el desierto, sin equipo ni equipo de apoyo de ninguna índole. Y eso pudo haberle costado muy caro. En una entrevista publicada en 2017 por el portal especializado 'motorsport.com' el propio Porcar recuerda con detalle lo que le sucedió: «Cometí un error, se me acabó el agua y un día al sur de Argelia me paré en una aldea para coger agua de un pozo. Pero por la noche ya empecé a tener fiebre y me subió tanto que estuve un día y medio con fiebre. Me tuve que tumbar en un lado de la pista el segundo día porque no me tenía en pie. Paró un coche de la organización y vio que tenía 40 de fiebre. Me llevaron hasta una aldea donde había un centro donde acogían a gente enferma de las caravanas y el camión escoba recogió la moto y me la dejó allí. Al día siguiente, un camión de la organización volcó y murió el chofer y una periodista francesa y se creó una crisis. Y un día después se perdió el hijo de Margaret Thatcher, entonces toda la organización se volcó durante una semana en buscarle y de mí se olvidaron. Cuando llevaban dos o tres días y me encontré mejor, cogí la moto y remonté hacia el norte hacia Argel para volver a casa. Al año siguiente, cuando fui a verificar con la BMW me encontré de frente con uno de los dos médicos que me dejaron allí y cuando me vio, se acordó en ese momento de que me habían abandonado». En la misma crónica de ABC, publicada a toda página, se hace una curiosa descripción de la trayectoria deportiva y personal del hijo de la primera ministra británica: «Tiene, pese a su edad, una apretada biografía no exenta de dinamismo: es modista, promotor de una marca de güisqui japonés, jugador de frontón, piloto de carreras y fue también aprendiz de joyero. Sufrió un aparatoso accidente de Tráfico en 1979, cuando estrelló su Ford Scort, a más de 140 kilómetros por hora, en Mallory Park (Leicester). En 1980 formó equipo con Vitorrio Branbilla para intervenir en competiciones de Fórmula 1. Calificado de competente en los medios deportivos, la verdad es que Mark Thatcher no se había distinguido nunca en una competición automovilista importante. En sus primeras 24 Horas de Le Mans , en junio de 1981, abandonó la competición después de unas cuentas vueltas. En cuanto a su vida particular, él mismo se describe como un epicúreo 'amante de la buena mesa, el buen vino, las mujeres, los relojes de lujo y la pintura china sobre seda'. Actualmente ocupa el puesto de director de una pequeña sociedad de marketing. En cuanto a su postura política, es un ferviente partidario de las ideas conservadoras de su madre, aunque jamás tomó parte en la vida pública. Soltero, Mark vive en el domicilio familiar del distrito residencial de Chelsea, de Londres. Tiene una hermana gemela, Carol, periodista. Hace algunos meses su madre había confesado que sentía una gran inquietud cada vez que su hijo participaba en una carrera. Pero como también decía, 'una madre no puede estar siempre guardando a los hijos entre sus faldas'». Tres víctimas mortales Tras seis días de intensa búsqueda, los tres desaparecidos fueron localizados por un equipo de salvamento argelino. Un comunicado del Gobierno de Argel al 10 de Downing Street , residencia de la primera ministra británica, indicaba que su hijo Mark, había aparecido después de rastrear desde el aire una amplia zona del sur del desierto del Sáhara : «un avión Hércules divisó un coche de las características del desaparecido, con dos hombres y una mujer». Ese mensaje puso fin a la pesadilla que, a 2.000 kilómetros de distancia, se había vivido en Londres durante los días y horas previas a la confirmación de esa buena nueva: «La señora Thatcher sufrió una crisis nerviosa en las últimas horas. Tuvo que cancelar compromisos oficiales por causa del estado de ansiedad en que el suceso de la desaparición de su hijo (el matrimonio sólo tiene dos, un varón y una hembra) la había sumido. Se refugió en sus apartamentos privados, donde recibió muy contadas visitas y numerosos testimonios de apoyo. Entre ellos, un mensaje personal de la Reina . Thatcher apareció ante las cámaras de televisión, escoltada por sus asistentes, con los ojos arrasados de lágrimas y sólo pudo musitar temblorosa, que 'estoy muy preocupada por mi hijo'». La historia de Mark Thatcher acabó bien, y su aventura hizo que, en solo cuatro años, el rally París-Dakar compitiese en fama y conocimiento con las grandes pruebas automovilísticas del panorama internacional. Desgraciadamente, en la misma edición de 1982 hubo tres percances más que acabaron de forma trágica: murieron un piloto de motos neerlandés - Bert Oosterhuis -, una periodista francesa -Ursula Zentsch- y un niño que fue atropellado en su poblado de Mali cuando jugaba en uno de los caminos por los que pasaba la carrera. -------------------------------------------------