Cuando visitas al
quiropráctico, pones tu cuerpo en manos de otra persona. Es un gran ejercicio de confianza hacia una persona que no conoces de nada y que tiene que
manipular tu columna vertebral y ajustar tus articulaciones. A muchas personas les da
miedo ese crack que se escucha por el efecto de la cavitación. Especialmente en el
cuello.
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