| Precursora del grotesco confesional femenino, murió a los 74 años en Francia, donde residía con su marido, Robert Crumb
Enojada por el retrato maternal que realizó de ella Terry Zwigoff en el documental Crumb, en sus indispensables e inmortales viñetas no hay delicadeza, ni autocompasión, ni generosidad. Solo ingenio, autodesprecio, sexo rancio y desagradable, con placer y con dolor.