La trascendental figura de Lucio Fontana (1899-1968) es revisada en esta exposición a través de sus dos últimas décadas de vida y trayectoria, desde la mediación de los cuarenta hasta su muerte, lapso en el que desarrolló su radical ejercicio de transformación de la pintura, así como redactó algunos de los textos programáticos más importantes de estos años, como el 'Manifiesto Blanco', en 1946, o el 'Manifiesto del espacialismo', en 1947, que vendría a dar nombre a su personal poética. Noticias Relacionadas estandar Si ARTE La creación belga, de principio a fin Javier Díaz-Guardiola estandar Si ARTE En los laberintos de la vida y la creación trazados por Bernardí Roig Juan Francisco Rueda En este último quedaron definidos los propósitos de su práctica en pos de liberar al arte de la materia y exceder el espacio plano de la pintura-imagen, abriéndola –literalmente gracias a sus perforaciones y cortes– a una nueva dimensión que la conectase con el cosmos, el infinito y lo eterno. De hecho, justo en este arco, a partir de 1949, Fontana titularía todas sus obras como 'Concetto spaziale' ('Concepto espacial'), añadiéndoles alguna clave y referencia cronológica, como los dos últimos dígitos de la fecha de realización. Distintos caminos Estos algo más de 20 años de creación se recorren mediante una docena de importantes e icónicas obras, tres de ellas esculturas, que muestran los diferentes caminos que el artista tomó para su propósito. Si bien no es un número amplio de piezas, estas cumplen de cara a ilustrar su quehacer mediante distintas variantes. Aunque parezca algo menor, acompañan a estas obras numerosos dibujos que adquieren una importancia inusitada, ya que alumbran el proceso de trabajo y alejan sobre él cualquier atisbo pulsional, violento y azaroso con el que, en ocasiones, ha sido vinculado por la enorme estela que dejó el Surrealismo respecto a la agresión al soporte y los automatismos. Todo lo contrario, los dibujos revelan, como sus palabras, el premeditado proceso de ideación y ejecución de sus cerámicas y de sus soportes con orificios, como vemos en 'Dos estudios para agujeros' (1949), o al presenciar el diálogo entre los estudios de 'Teatrini' (1964-66) y un monumental 'Teatrino' de 1965 con la superficie monocroma y agujereada. Romper las dos dimensiones. Algunas de las obras de Lucio FOntana de su exposición ahora en Málaga La exposición, gracias a las obras de hasta otros 16 artistas, se constituye en una suerte de cartografía del contexto en el que se forma al llegar a Italia, y de las influencias recibidas, del desarrollo del Espacialismo y la relación con otros 'interlocutores', así como de la ascendencia que tuvo sobre otros creadores más jóvenes. Podríamos decir que la muestra, por momentos, excede su naturaleza de individual para configurarse en una microhistoria del arte italiano de las décadas centrales del siglo pasado. Entre los creadores que aquí muy pertinentemente comparecen hallamos a Wildt (su maestro), Casorati, Balla, Prampolini, Fillia, Veronesi, Burri, Yves Klein, Manzoni, Castellani o Mario Merz. El Fontana transgresor Dos circunstancias previas deben ser revisitadas desde la atalaya del Fontana transgresor, figura esencial en la redefinición de la pintura en la mediación del siglo XX. Por un lado, el artista ha de ser considerado como plenamente escultor hasta 1929, con una formación sistemática en esta disciplina y en otras 'colaterales' como la tridimensional y objetual cerámica. Desde el paradigma de esa pintura que le caracteriza y que dejó de ser bidimensional con el simple gesto de agujerear o aplicar un tajo en la superficie pictórica, incorporando la tercera y cuarta dimensión (profundidad y tiempo), la imagen de un artista trabajando con la volumetría de la escultura y la maleabilidad del barro cobra fuerza y un carácter de origen respecto a sus desarrollos pictóricos más relevantes. Por otro lado, y como segunda circunstancia, Fontana tuvo una vinculación estrechísima con la escultura funeraria, gracias a su padre, con quien llegó a trabajar y compartir proyectos en Argentina, así como con la escultura pública nacida como monumento. Nociones como la trascendencia y lo eterno han de hallarse en torno a la condición de lo funerario y la escultura como monumento. Exposición Lucio Fontana 'Recto-Verso'. Centro Pompidou-Málaga. Pasaje Doctor Carrillo Casaux, s/n. Comisario: Frédéric Paul. Hasta el 23 de abril de 2023 Justamente, la pintura de Fontana aspiró a ámbitos o respuestas análogos. El gesto de perforar o cortar la superficie no suponía únicamente transformar en objeto la pintura hasta entonces plana, también convertir esas huellas en metafóricos umbrales que comunicaban con lo eterno y lo infinito del cosmos. Así, sus perforaciones se asemejan a constelaciones, o el 'Concepto espacial. Naturaleza (59-60 N 36)' recuerda, como él mismo señala, a la Luna. El diseño museográfico, a cargo de Francisco Bocanegra, tremendamente escenográfico en el manejo de la luz y reforzando los ejes entre piezas y espacios para acentuar los diálogos, opera a favor de una atmósfera de recogimiento y, tal vez, de la trascendencia que deseaba lograr Fontana.