Propongo al lector que me acompañe en un singular viaje. Todo comienza antes de la pandemia, en la lejana fecha de 2019. Había conocido a Stéphane Levallois en Madrid. Dada su pasión por el arte, organicé una visita al Museo del Prado que, en la efemérides de su bicentenario, mostraba al público una gran exposición de dibujos de Goya. Tuvimos el privilegio de que nos la explicara su comisario, José Manuel Matilla. Noticias Relacionadas estandar Si Hellboy visita las 'pinturas negras' Stéphane Levallois: « Goya es para mí una biblioteca de monstruos» Jesús García Calero opinion Si OPINIÓN El hombre es un monstruo para el hombre José F. Peláez Tras su partida para atender otros quehaceres de su trabajo en la pinacoteca, permanecimos otras tres horas largas en la muestra; tiempo en el que Stéphane mira, analiza y absorbe cada trazo de cada uno de los dibujos del genial sordo de Fuendetodos. Cuando uno enfrenta el gran arte, el tiempo queda en suspensión, y por supuesto, Levallois pierde su vuelo de regreso a París. Un error que torna en acierto Este error se torna en acierto. El pasado 2021 vuelvo a encontrarme con el genio francés en Avilés y me comenta: «¿Sabes, Asier? Tras ver la exposición de Goya en Madrid, no me lo quito de la cabeza; creo que voy a dibujar algo sobre él inspirándome en las 'Pinturas Negras'». Por un instante imagino versiones de los cuadros surgidas de su mano, y, emocionado, mi boca articula una rápida respuesta: «¿Harías conmigo una exposición en España para mostrar dicho trabajo?». «¡Oui!», responde. Durante este 2022 damos forma a la idea inicial. El gran creador de monstruos del cine del siglo XXI (suyos son, por ejemplo, el Alien de 'Covenant', o el Voldemort de 'Harry Potter y las reliquias del la Muerte'), se acerca al gran creador de la iconografía fantástica del siglo XIX que es Goya. Eso supone ampliar la mirada más allá de las 'Pinturas Negras' del Prado, incluyendo además otras piezas notables como los grabados de las series 'Caprichos' y 'Disparates', o algunos óleos como 'El aquelarre', 'Las brujas' o 'Visión fantasmal'. Gran angular. En las imágenes, detalles de los dibujos de Levallois que fusiona a Hellboy con las 'Pinturas Negras' de Goya Ramón Vaquero Hablamos de los ecos en creadores de las más diversas disciplinas. Uno de ellos, Mike Mignola, hace palpable su admiración por el pintor de Fuendetodos en 'La capilla de Moloch', protagonizada por el más célebre de sus personajes de cómic, Hellboy . Como es sabido, Mignola crea un universo de brujos y demonios en 'Hellboy' que encaja como un guante con las creaciones fantásticas del aragonés; y además, ciñéndose a lo gráfico, compone a base de grandes manchas oscuras de tinta negra que recuerdan el magistral uso del claroscuro en los grabados de Goya. Ni cortos ni perezosos, contactamos con Dark Horse , casa editora de 'Hellboy' para que el personaje de Mike Mignola sirva como ejemplo de la huella del siglo XX y XXI que se incorpora al proyecto. Levallois realiza unos bocetos para hacerse con el demonio cornudo (Stéphane es artista de praxis, de los que piensan con el lápiz en la mano), y la magia se produce; Hellboy dibujado por el francés se integra a la perfección entre los personajes del aragonés. Hace escasas semanas me reencuentro con Levallois en Zaragoza. Es la primera etapa de un pequeño viaje cuyo motivo principal es que el historietista se ponga delante de la obra del pintor y pueda tomar apuntes para después desarrollar las piezas definitivas para la exposición. «¡Es tan actual!» La primera parada es el Museo de Zaragoza , en cuya colección se encuentran dos pequeñas joyas: 'Dama con mantilla' y 'Visión fantasmal'. La primera de estas piezas llama la atención de Levallois por su reducida paleta compuesta por el color negro, tonos tostados muy oscuros y el blanco. En la factura y el uso del color, Stéphane Levallois aprecia las similitudes con 'Una manola: Leocadia Zorrilla', una de las pinturas murales del conjunto de las 'Pinturas Negras'. Le interesa más 'Visión fantasmal', formidable apunte del maestro, de ejecución rapidísima, en el que se representa un demonio cornudo de proporciones colosales, con una muchedumbre (quizá de condenados) a sus pies, que Goya resuelve de forma magistral con pocas pinceladas. «Me maravilla la modernidad de Goya, su rapidez de ejecución. ¡Es tan actual!», musita en francés Levallois mientras dibuja frente a este pequeño lienzo de apenas 26 centímetros de altura. Por la tarde toca acudir al Museo Goya Camón Aznar. Seres imposibles, atrocidades y animales antropomorfos protagonizan estas planchas. Stéphane los observa pacientemente y me regala una auténtica clase magistral de dibujo, cómic y cine. Entiende el andamiaje que subyace bajo estas imágenes, y me explica la inteligencia a la hora de dibujar del maestro de Fuendetodos, que pone todo al servicio de lo que quiere narrar. «Esa idea es la esencia del mejor cine y cómic», apunta con acierto Levallois. Rasgos en rostros. En las imágenes, detalles de los dibujos de Levallois que fusiona a Hellboy con las 'Pinturas Negras' de Goya Ramón Vaquero Al día siguiente tomamos el AVE a Madrid. El paisaje que une Aragón con Madrid es tan bello como poco conocido, y desde la ventana del vagón cafetería apreciamos un amanecer que nada tiene que envidiar a un lienzo de Caspar David Friedrich. Stéphane saca su móvil para atrapar el instante, el tren entra en un largo túnel y nos invade una oscuridad total. A la salida, el paisaje ha cambiado, y la foto que evoca lo más dulce del romanticismo decimonónico ya no es posible. Pienso que así está bien. La negrura de Goya es el reflejo en la paleta del pintor del horror contemplado cara a cara. El azar acababa de darnos un toque de atención para que no lo olvidemos. La sala de las 'Pinturas Negras' en el Museo del Prado es simplemente magistral. A la potencia de la obra expuesta se suma una ambientación lumínica única, una atmósfera especial en la que las obras de Goya se asemejan a apariciones espectrales o fantasmagorías. «Goya pinta como dibuja –concluye Levallois–, lo tiene todo para deslumbrar a cualquier autor de cómic» Recorremos todo el conjunto y comentamos cada una de las pinturas. Me dice que 'Saturno devorando a un hijo' es extraordinario, que es el horror puro plasmado en el lienzo. Le contesto que sí, pero que para un español, el horror lo representa mejor 'Duelo a garrotazos'. Un horror más nuestro. La lucha encarnizada entre dos realidades que forman parte de la identidad de España, la 'lumière' de los afrancesados de la época de Goya frente a los partidarios del Antiguo Régimen. Los personajes están dispuestos a despellejar al que tienen enfrente, que bien podría ser un vecino, un amigo de la infancia o incluso un hermano. El entendimiento brilla por su ausencia, y no sé si hemos mejorado demasiado en los último 200 años. La segunda pintura que capta la atención de Stéphane Levallois es 'Peregrinación a la fuente de San Isidro' o 'Paseo del Santo Oficio'. Se maravilla ante la multitud de figuras apiñadas que funcionan como un solo ser fantástico de naturaleza orgánica, y en especial le fascinan los rostros, esas caras desencajadas que catapultan a Goya hacia la modernidad y que nada tienen que envidiar al sufrimiento de la carne plasmado por artistas contemporáneos de la talla de Francis Bacon o David Cronenberg. Realiza apuntes de ambas obras y toma notas mentales para el futuro. Levallois se recluye en su mundo y dibuja ajeno a las masas de visitantes del museo, que se debaten entre admirar los cuadros de Goya o a él, trazando sobre el papel con una facilidad y habilidad pasmosa. Pienso que, en una sala dedicada a oscuros espectros y apariciones, Stéphane emite su propia luz dibujando. Cuestión de tamaños Stéphane Levallois me hace ver las 'Pinturas Negras' de otra manera. Como historiador del arte pienso en Zuloaga y Solana, por su influencia en la obra de estos dos extraordinarios pintores (que me encantan), pero que no se encuentran a la vanguardia del arte de su tiempo. Ahora miro 'El aquelarre' o 'Gran Cabrón', 'Átropos' o 'Las Parcas', y 'La romería de San Isidro' y veo a Francis Bacon, Antonio Saura, Lucien Freud o Zoran Mušic. Una escapada rápida al cercano Museo Thyssen nos lleva a contemplar el único Goya en exhibición y nos quedamos pasmados delante del 'Retrato de George Dyer', de Francis Bacon. ¡Ahí esta Goya, en la deformidad de la carne, en la paleta ocre y negra salpicada de luces blanquecinas! El palacete del Museo Lázaro Galdiano es como un joyero que oculta valiosas sorpresas; y sin duda, sus obras de Goya se encuentran entre sus perlas más preciosas (con permiso de su extraordinario 'Meditaciones de San Juan Bautista', de Jheronimus Bosch ). Armado con papel, carboncillo y una pequeña caja de acuarelas, Levallois dibuja dos cuadros fantásticos del aragonés, 'El aquelarre' y 'Las brujas'. Una vez más, se sorprende por su exiguo tamaño. Sus 43 cm. de altura hablan del talento de Goya como miniaturista, y Levallois no puede evitar realizar una comparación con el mundo del cómic. «Están pintados en unas dimensiones muy similares al tamaño habitual en el que trabajo para la plancha de una historieta. ¡Es extraordinario! Es una pintura muy rápida, resuelta directamente a pincel con trazos expresivos y sin apoyarse apenas en el dibujo de base. Y a pesar de eso, hay una preeminencia del dibujo y del espíritu caricaturesco en sus obras. Goya pinta como dibuja –concluye Levallois–, lo tiene todo para deslumbrar a cualquier autor de cómic». Cara a cara. Goya y Hellboy, frente a frente en los dibujos de Levallois Ramón Vaquero Luego se centra en el diabólico macho cabrío del lienzo 'Aquelarre' y comenta: «A mí, como más me gusta Hellboy es así, con los cuernos sin limar. Me pregunto si esta obra habrá inspirado inconscientemente a Mike Mignola a la hora de crear el aspecto de su Hellboy». Y es que, ejecución a parte, estas dos pinturas del aragonés son un prodigio en lo referente a su iconografía. La noche y sus alimañas como un personaje más, hechiceras cuyos cuerpos se consumen por el contacto con lo prohibido, bebés muertos u ofrecidos en sacrificio, la representación del maligno… ¡Cuánto se puede aprender sólo con estas dos pinturas. Cuántos hallazgos que alimentan la literatura, el cómic y el cine del siglo XX y XXI! Me dice que 'Saturno devorando a un hijo' es extraordinario, que es el horror puro plasmado en el lienzo. Le contesto que sí, pero que, para un español, el horror lo representa mejor 'Duelo a garrotazos'. Un horror más nuestro Las horas pasan, y para no repetir la experiencia del primer viaje de Stéphane Levallois a Madrid, estoy pendiente del reloj para evitar que pierda el avión. Me considero un privilegiado por haber podido acompañar a un maestro de la talla de Stèphane Levallois en este viaje. Gracias a su portentosa intuición para lo gráfico, en tan sólo tres días creo haber aprendido más sobre Goya que en toda mi carrera. El Arte deja pequeña a la historia del arte. Pienso en ese posible autorretrato de Goya anciano que necesita dos bastones para caminar. Como reza su título, (yo) 'Aún aprendo', y creo firmemente que las visiones sobre los maestros de pintura que provienen de maestros del noveno arte tienen mucho que enseñarnos a todos.