Vestido de charro, y acompañado de su inseparable gaita y tamboril, el folclorista Ángel Rufino de Haro, conocido como 'El Mariquelo', ha cumplido de nuevo con la tradición de ascender hasta la torre de la Catedral Nueva de Salamanca y de realizar una acción de gracias. En la víspera de Todos los Santos pidió por los enfermos de riñón y de leucemia , ya que en concreto sus oraciones han estado dedicadas a las asociaciones Alcer Salamanca y Ascol. Además, en sus palabras también ha tenido presentes a todas las personas que perdieron a algún ser querido, y les lanzó sus ánimos, recoge Ical. En su recuerdo, ha afirmado, estaban sus amigos Ramón, Isi y Constantino, fallecidos recientemente, y a cuyas familias mandó ánimo desde lo alto de la catedral. La lluvia no fue impedimento para 'El Mariquelo', que llegó a la plaza de Anaya a pie, sin el tradicional paseo a caballo , que echó en falta. «No se concibe un charro sin un caballo», ha declarado antes de su ascenso, donde no se lamentó por la climatología. «Hay un lema que dice: el calor, el frío, el hambre, el sueño y el cansancio para un buen charro son estimulantes», señaló ante la prensa. Pasadas las 11:30 horas, Ángel Rufino de Haro inició la subida hasta la campana grande del templo, 'María de la O'. Asomado al reloj instalado en uno de los laterales de la Torre de las Campanas, incluyó una variación en su ritual. Desde este punto soltó a la primera de las palomas blancas , que fue la primera en «emprender el camino a casa» ya que se encontraba en período de cría. Como cada año, con el cielo como límite y manteniendo la tradición con «poderío y salero», pidió «alegría, salud y dicha» a los pies de la campana 'María de la O'. Allí terminó la suelta de las palomas, y tocó 36 campanadas en honor a los años de celebración de la ascensión. La tradición de la subida a la Torre de las Campanas procede del día 31 de octubre de 1755, cuando el terremoto registrado en las costas de Lisboa, catalogado con un 9 en la escala de Richter, provocó un temblor que se extendió por toda la comunidad castellano y leonesa. Como consecuencia de ello, los salmantinos acudieron a refugiarse en la Catedral Nueva, finalizada apenas 22 años antes, salvándose de las posibles consecuencias del seísmo. Desde entonces, un miembro de la familia conocida como 'Los Mariquelos' comenzó esta ascensión al punto más alto de la Torre de las Campanas en cada aniversario del terremoto, para agradecer que la Catedral Nueva se hubiese mantenido en pie y pedir que el suceso no se repitiera. Sin embargo, y con la última ascensión de Fabián Mesonero en 1977 como último miembro de la familia de 'Los Mariquelos', la tradición quedó en suspenso hasta que ocho años más tarde fue retomada por Ángel Rufino de Haro.