«Pensar un vino requiere haberlo soñado. Llevarlo a cabo requiere responsabilidad y respeto por el reto, algo que es fácilmente vulnerable a los procesos y circunstancias sobrevenidas. Ese es nuestro proyecto… el vino soñado». Esta es la filosofía de trabajo de dos parejas de Valdepeñas (Ciudad Real) amantes de este mundo con la idea clara de hacer un vino que guste , «pero siempre manteniendo nuestros principios basados en la pasión, el respeto por el entorno, variedades endémicas, la sostenibilidad… y, que, además, sea capaz de despertar emociones únicas a aquellos que lo caten». Así es cómo nació este joven proyecto vitivinícola que, sin embargo, se llama ' Pies Viejos. Parajes y Viñedos' , del que forman parte el sumiller José Carlos Rodríguez, que junto con su mujer, Ana Blanes, regentan el conocido restaurante y vinoteca 'Chato Grato', a los que se suman José Luis Villegas, venezolano afincado en esta tierra desde hace 16 años, y su mujer, Carlota Acosta. Aunque su campamento base se encuentra en una de las localidades más ligadas al vino desde la Edad del Bronce, como es Valdepeñas, los primeros pasos los dieron en Cebreros (Ávila) , cuyos parajes, sus rocas graníticas, sus suelos y un entorno hacen que la variedad de viña Garnacha haya aprendido a adaptarse durante siglos. «Intentamos intervenir lo menos posible en la elaboración del vino y que sea la tierra, la viña y el fruto quien se expresen», asegura José Carlos Rodríguez. Fruto de ese paisaje de Cebreros nacieron dos de las criaturas en forma de vino que embotellan en 'Pies Viejos': 'Alberchón' y 'El Vigilante' , ambos elaborados con garnachas de la zona. El primero de ellos, procedentes de viñedos del Valle del Alberche y con una crianza de 8 meses en fudre de madera europea de varios usos, se caracteriza por ser un vino vibrante y de gran frescura pese a su variedad. De color rubí de capa baja, presenta aromas de frutas rojas silvestres como la grosella y la frambuesa, que se mezclan con notas florales y minerales, mientras que en boca es muy agradable a su paso, sin perder su personalidad. Por su parte, 'El Vigilante' se elabora a partir de uvas de un viñedo muy viejo -de más de cien años- en el Valle de Rasueros, a 6 kilómetros de Cebreros y pasa por una crianza de 8 meses, en un 70%, en roble francés de tercer uso, y el otro 30% se cría en damajuanas de cristal en condiciones de cueva. Todo ello lo convierte en un vino complejo, pero a la vez armonioso, con un color rojo picota de capa media, ribete rubí, y una intensidad aromática alta y con evolución en copa. Se mezclan los aromas de sotobosque con los frutos silvestres, las especias y las flores, mientras que en boca es generoso desde el principio con recorrido largo. Pero, si Cebreros y su Garnacha les atrapó, su Valdepeñas querida no iba a ser menos y se lanzaron de lleno en la elaboración de un vino con la uva autóctona de esta tierra por antonomasia: la Airén. Desde el primer momento, tuvieron claro que querían hacer algo diferente con esta variedad bajo el método milenario denominado 'Orange Wine', con el que el mosto extraído de las uvas se macera en contacto con las pieles durante prolongados periodos de tiempo. La citada maceración otorga al vino un tono más oscuro, anaranjado, de ahí su nombre. Este vino, del que se han embotellado unas 2.400 botellas y que ya se distribuye por los canales de restauración de ciudades como Madrid, Toledo, Ciudad Real y Valdepeñas bajo el nombre de ' Orange Wine by Pies Viejos' , «se ha realizado de la manera más tradicional posible, adquiriendo unos recipientes de barro en forma de huevos que son parecidos a las tinajas, aunque estas últimas tienen la parte delgada abajo y la gruesa arriba, mientras que con los de barro sucede al contrario, lo que hace que siempre haya movimientos de lías», explican. Con una crianza de 5 meses en huevos de barro de 1.000 litros, este vino se caracteriza por su color oro viejo con reflejos naranjas, ligeramente turbio, brillante y untuoso. En nariz, tiene una intensidad aromática y evolución en copa, siendo complejo y bien definido, con aromas a piel seca de naranja, que se mezclan con otros olores frutales y florales, a la par que notas de jengibre y pimienta blanca, constantes en todo el ciclo olfativo. En boca se muestra generoso desde el principio, con un tanino maduro y cremoso y un recorrido lento con volumen. ¿A qué esperan para probarlos?
