Su prolongación de contrato hasta 2025 ha hecho de Kylian Mbappé el astro dominante del París SG y la encarnación de su proyecto deportivo. Un papel y un estatus que siempre ha reivindicado, pero que va a tener que asumir en el curso de una temporada rica en objetivos cruciales.
Justo después de haber firmado su compromiso con el club de la capital en mayo, tras un culebrón planetario, el delantero francés prometió concentrarse únicamente en el terreno y no canibalizar la atención. Pero todo gira ahora alrededor de quien el presidente Nasser Al-Khelaifi presentó como la "piedra angular" del nuevo PSG.
En Japón, donde el equipo está en preparación y donde debe enfrentarse el sábado al Urawa Red Diamonds (10h00 GMT) en un amistoso, Mbappé debe todavía compartir cartel con el dúo Messi-Neymar, muy popular en el País del Sol Naciente.
Pero el jefe es él y cada una de sus apariciones es un evento, como la que protagonizó, por sorpresa, el jueves en Kodokan, el templo del judo en Tokio.
El jugador parisino (23 años) no estaba al principio previsto en el programa de esta visita, realizada junto al famoso deportista Teddy Riner, miembro de la sección de judo del PSG. Pero Mbappé quiso también estar presente, imantando las miradas y eclipsando totalmente a sus otros seis compañeros presentes.
Todos ello muestra las exigencias en torno a su figura. La temporada estará cargada y las responsabilidades todavía serán más fuertes para la cabeza de góndola del club, que no tendrá derecho al error.
Propulsado al salario más alto del vestuario, tendrá la inmensa tarea de liderar a los suyos hacia las cumbres europeas, empresa en la que el PSG fracasó de nuevo en marzo pasado tras ser eliminado en octavos de final de la Liga de Campeones por el Real Madrid.
Con 39 goles y 21 asistencias con el PSG, entre todas las competiciones, Mbappé respondió a las expectativas en la temporada 2021-2022, manteniendo a flote a un equipo sin alma a las órdenes de Mauricio Pochettino. Pero estará obligado a hacerlo al menos tan bien esta temporada.
Su prolongación coincidió con la llegada del tándem Luis Campos-Christophe Galtier a la dirección deportiva y, con el nombramiento como consejero de fútbol del portugués, alguien cercano a sus padres, "Kyky" sabe que está en terreno conquistado en el seno de un proyecto de menos lentejuelas y más centrado en la disciplina.
"Comprendo el mensaje del club, es el mensaje que se me ha hecho pasar también", declaró el 24 de junio a la cadena francesa BFM. "Es verdaderamente la voluntad del club. No puedo más que entrar en ese proyecto. Van a pasar cosas lindas. Las dos últimas temporadas, dábamos menos miedo, éramos menos intocables", añadió.
Su permanencia en el seno de la plantilla es también un alivio para sus camaradas, conscientes de disponer con el francés de un arma fatal sin equivalente.
"Estamos muy contentos de que se haya quedado con nosotros por el jugador que es y la persona que es y creo que es un paso que nos acerca a ganar la Champions League", declaró a la AFP Pablo Sarabia.
El Mundial de Catar (21 de noviembre-18 de diciembre), donde Francia defenderá su título, será el otro momento importante de su temporada. Pese a la Liga de Naciones ganada en octubre pasado, Mbappé (27 goles en 57 partidos internacionales) ha quedado marcado por el fracaso de los Bleus en la Eurocopa del año pasado y su penal fallado contra Suiza en octavos de final (3-3, derrota 5-4 en los penales).
El caso sigue siendo sensible como lo demuestra su altercado en junio con el presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Noël Le Graët, culpable en su opinión de no haberse tomado en serio los actos de racismo de los que dice haber sido víctima tras aquella eliminación.
Mbappé se puso por otra parte también en primera línea para intentar hacer evolucionar la gestión de los derechos de imagen en la selección francesa. Como es habitual, no tuvo miedo en exponer ese tema, con el riesgo de añadir a sus espaldas una presión suplementaria. Pero es ahí asimismo donde se ve a los líderes.
kn/jed/bnl/psr/dr
