Después del populismo quedarán las ruinas de Grecia, los foros de Roma y con suerte algo de nosotros todavía. Después de estos veintidós años que llevamos de siglo en los que de repente nos dijeron que todo lo que habíamos hecho hasta la fecha estaba mal. Comprar una casa resultaba ser una aberración. Comprar dos, peor, porque lo que se llevaba era el 'coliving', que es un piso eterno de estudiantes más allá de los veinte. Sacarse el carnet y comprarse un coche no digamos, porque había que ir en bicicleta. Incluso en invierno, con la niebla calada hasta el alma. Echarle gasolina es de bárbaros. Buscarse una novia, casarse, tener churumbeles, contribuir a sostener la pirámide poblacional, que más que una pirámide es ya sólo una espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas. Ir con vino debajo del brazo a casa de los amigos… Ahora por lo visto hay que llevar una botella de 'AOVE'. Abrir una pata de jamón cada verano. Los populismos nos han dejado tiritando: infelices, crispados, desnortados y sobre todo polarizados. Nos hemos quedado sonados como un boxeador que no se lo esperaba. Después del populismo, con suerte, todavía sabremos volver a esos veranos que iban de la playa a la piscina, con helados al corte de postre y sandías muy frías de merienda a un precio permisible y no a este de trampantojo de restaurante modernísimo con ínfulas. Aquella gran Europa de clases medias, que dice Barcelonerías. La España que no tenía que elegir entre pagar la luz o comprar pescado. Aquel país de hace no tanto donde se podía ser hombre sin necesidad de tener que disculparse por ello preventivamente. La gente está cansada de tanto populismo, de tantas promesas incumplidas, de que se le rían en la cara a izquierda y a derecha. De que le dijeran que la mascarilla es obligatoria en la calle y el perro y la vacuna. De que nos saquearan la presunción de inocencia al conjunto de la ciudadanía. Lo que habrá que ver es si todavía nos queda alguna central nuclear en pie ahora que la UE por fin ha declarado verde su energía. Pedro Sánchez es todo un visionario, igual que Greta. Es pronto para decir que el populismo retrocede. Lo que es seguro es que ellos pasarán y nosotros seguiremos, que es lo único que hay que tener claro. Igual que cuando se escribe.