Se podría pensar que trabaja a la sombra de su padre, el presidente y máximo accionista del Cartaginés Leonardo Vargas, es más lo natural sería considerar que por su juventud las decisiones de peso recaen sobre el jerarca. Sin embargo, es todo lo contrario, Leonardo Vargas Masís, un joven de 30 años fue quien estuvo detrás de la gesta de los brumosos y aunque no figura tanto, su nombre tiene el mismo o más peso como el de cualquier jugador.
El gerente llegó al puesto hace tres años sin nada de experiencia en el fútbol, su campo de acción era otro totalmente diferente, ya que es ingeniero civil. Al ver a su padre solo al frente del club, no dudó en acudir al llamado que le hizo y emprendió un camino empedrado, lleno de obstáculos, deudas a montones, con ingresos muy reducidos y muchos más problemas.
Es más, el propio hijo del dirigente acepta que fue tan complejo aprender sobre la marcha que cometió errores en fichajes y otras decisiones, que hasta lo llevaron a pensar en tirar la toalla. No obstante, se mantuvo, se levantó y a él se le puede señalar como la persona que armó el equipo que acabó con los 81 años sin títulos de los blanquiazules.
“Leo tiene 30 años, hasta setiembre cumple 31. Somos una familia entera que está metida de lleno con esto, es mi esposa, mi hija y mi otra hija, es más en la casa solo es fútbol, fútbol y fútbol de lo que hablamos. Estoy muy contento con mi hijo Leo, sé la capacidad que tiene y se asesora muy bien, porque tenemos amigos muy importantes en el fútbol nacional que nos ayuda, Leo habla con ellos y ha logrado mucha empatía para que lo aconsejen. Este equipo actual lo armó Leo, más allá de que hay un trabajo del cuerpo técnico y mío, porque al final renovaciones y contrataciones de jugadores muy importantes corren por su trabajo”, dijo Leonardo Vargas padre.
El máximo accionista del conjunto de la Vieja Metrópoli agregó: “Leo con poquito hace mucho, porque Cartaginés tiene un presupuesto tres o cuatro veces menor que algunos otros equipos. Obviamente es mi hijo y lo tiro para arriba, pero quiero que se vea su trabajo, porque nos critican por no tener un gerente deportivo, pero hasta ahora él y nosotros hemos demostrado que tenemos la capacidad para hacer un buen equipo, formarlo y lograr los recursos financieros para mantenerlo. Los muchachos que trabajan en el club es muy importante y aunque somos pocos, todos aportan mucho. Me enorgullece muchísimo ver el trabajo de Leo”.
Lo más curioso de todo es que el gerente general de Cartaginés, Leonardo Vargas, es fanático de los brumosos desde niño, fomentó su amor por el club en las gradas y en la final del Verano 2013 vivió el partido desde la popular oeste, fue uno de los que brincó, tiró serpentinas y lloró al ver que estaba tan cerca del título.
Nueve años después le tocó estar totalmente del otro lado y aunque sufrió a más no poder tiempo atrás por no levantar la copa, cobró revancha y lo hizo conformando un equipo campeón, uno que derribó todas las barreras y que enloqueció y le dio la alegría que tanto querían sus seguidores.
“Desde que terminó su universidad trabaja conmigo y sé la capacidad que tiene. Además, lo que prevalece entre él y yo es el amor que le tenemos al Cartaginés, porque hacemos todo con cariño, buscamos lo mejor para el equipo y no pensamos jamás en ganarnos algo. No dudo de su capacidad, es inteligente y trabajador. Nunca dudé de él, solo hablé de que teníamos que empaparnos y hablar y recibir consejos de personas que saben de todo esto. Él ha aprendido muy bien de amigos que hemos hecho en esto y que me reservo sus nombres”, agregó su padre, Leonardo Vargas.
Leo hijo no solo pasa día y noche en el Cartaginés, toma las decisiones ya hasta sin consultar a su papá y es respetado y querido por futbolistas y administrativos, sino que también colabora con la empresa de la familia.
Si con solo 30 años este joven acabó con los fantasmas, las maldiciones y las rachas, qué más podrá hacer. El propio gerente no se conforma y apunta a trascender y crecer en un puesto al que le tomó amor y ya lo desarrolla al nivel de los más experimentados.