Peter Brook, el prominente director de teatro, ópera y cine, falleció a los 97 años el sábado 2 de julio. Él fue una de las figuras más relevantes de la escena contemporánea, quien desde la década del 70 marcó una huella difícil de olvidar en el arte escénico mundial.
Peter Stephen Paul Brook nació en 1921, en Londres. Desde muy joven se mostró apasionado por el arte. Su primera herramienta de investigación fue la fotografía que, luego y lentamente, lo fue introduciendo en el universo cinematográfico. Su primera producción dentro del género fue en 1943 y su título, A sentimental journery.
Egresado de la Universidad de Oxford, su acercamiento al teatro fue casi inmediato. A los 20 años estrenó su primera propuesta teatral en el Birmingham Repertory Theatre, donde fue descubierto por Barry Jackson, un pionero del teatro inglés, quien confirmó la creatividad de Brook. Tanto que en 1945 puso en escena en esa sala Hombre y superhombre, de George Bernard Shaw; El Rey Juan, de William Shakespeare y La dama del mar, de Henrik Ibsen.
A partir de entonces su carrera se tornó cada vez más activa y revisitó a muy diversos autores en un proceso de investigación continuo y cargado de reflexiones, que luego fue revelando en libros como El espacio vacío, Provocaciones, La puerta abierta, Reflexiones sobre la interpretación y el teatro, Más allá del espacio vacío y Escritos sobre teatro, cine y ópera (1947-1987).
Entre 1946 y 1962, antes de llegar a dirigir la Royal Shakespeare Company, Peter Brook puso en escena a autores muy diversos como Fiodor Dostoievski, Jean-Paul Sartre, Jean Anouilh, Arthur Miller, Christopher Fry, Friedrich Dürrenmat, Jean Genet y varios textos de William Shakespeare (Romeo y Julieta, Cuento de invierno, Tito Andrónico, Hamlet, La tempestad), entre muchos otros dramaturgos.
En ese período también se acercó al mundo operístico. En 1948 montó Boris Godunov, de Mussorgsky y La Bohème, de Puccini, en el Covent Garden de Londres. Un año después fue el turno de Las bodas de Fígaro, de Mozart; La oscuridad de la luna, de Howard Richardson y William Berney y Salomé, de Richard Strauss.
“La ópera nació hace cinco mil años – dice el director en su texto Provocaciones-, cuando el hombre salía de las cavernas haciendo ruido. De esos ruidos llegaría después Verdi, Puccini, Wagner. Había un ruido para el amor, otro para el temor, para la felicidad, para el odio. Era la ópera atonal, la ópera de una sola nota. Así empezó todo.
Entrevista con Peter Brook: la necesaria humanidad de 'Battlefield'
En aquel momento era una expresión humana natural que se convirtió en canto. Después, algo más tarde, el proceso fue codificándose, construyéndose, y terminó como un arte”, al que el director también fue provocando hasta conducirlo a una expresión que encontraba resonancias en el mundo contemporáneo, como lo demostró en su versión de La flauta mágica, de Mozart, experiencia que se vio en Buenos Aires en 2011.
En 1971, se trasladó a Francia. En Londres abandonó la Royal Shakespeare Company, debido a que el gobierno inglés prohibió trabajar con actores extranjeros. En París fundó el Centro Internacional de Creadores Teatrales y comenzó a dar forma a su espacio simbólico, Les Bouffes du Nord.
Quienes han investigado en profundidad su trabajo reconocen en Peter Brook dos influencias importantes. La de Jean Louis Barrault quien con su Teatro de las Naciones llevó al creador a apartarse del teatro tradicional (escapar del universo satinslavskiano). También es muy manifiesta en su producción la huella que Antonin Artaud marcó a través de su texto El teatro y su doble. (A su vez, algunos reconocen en sus creaciones el pensamiento de Jerzy Grotowski.
A lo largo de su carrera Peter Brook concretó las siguientes realizaciones cinematográficas: King Lear y The Beggar’s Opera (1953), Moderato Cantabile (1960), Lord of the Flies (1963), Marat/Sade (1966), Tell Me Lies (1968), Kin Lear (1971), Meetings with Remarkable Men (1979), La tragedie de Carmen (1980), Un Amour de Swann (1984), The Mahabharata (1989) y The Tragedy of Hamlet (2002).
La investigadora argentina Marita Foix, en su libro Peter Brook. Teatro sagrado y teatro inmediato, concluye que el creador “es el director contemporáneo que se ha convertido en maestro de muchas generaciones de teatristas. A partir de los años 70 su experiencia intercultural ha significado un marcado crecimiento cualitativo en su manera de explorar la actuación y la puesta en escena (…) El teatro tiene para Brook una energía renovadora, trata de romper tabúes y derribar barreras. Por un momento el teatro nos permite recobrar lo perdido”.