En ‘Carne y Arena’, la experiencia de realidad virtual dirigida por el oscarizado Alejandro González Iñárritu, te encuentras con Lina en el desierto. Acaba a dejar a cinco hijos en Guatemala e intenta cruzar a Estados Unidos para tratar de ofrecerles una vida mejor. A la más pequeña, de tres años, no podrá volver a verla hasta que cumpla los 23, después de trabajar y ahorrar para pagar los 7.000 dólares por viaje, a los ‘coyotes'. Lina es una de las inmigrantes que le contaron su historia al director de ‘Amores Perros’. Él, que en principio pensaba hacer un documental, apostó por un formato «muy costoso y muy riesgoso» y los convenció para que volviesen a representar algunos de los momentos más duros de su periplo. La obra llega por primera vez a la Península Ibérica y podrá contemplarse hasta el 18 de septiembre en la Cidade da Cultura de Santiago.
Desde Los Ángeles, Iñárritu se conectó esta tarde por videoconferencia para la inauguración. La inmigración, dijo, «es un estado natural del humano, el estar en movimiento, que ahora se cuestiona de una forma política, racista, económica». El director defiende que más que como un problema, debería verse al migrante como una oportunidad para el lugar al que llega. «Nadie deja su país, su cultura, sus amigos, nadie intercambia eso por un puñado de dólares», apuntó, «sabiendo que no es el sueño americano, sino la pesadilla, pero es mejor la pesadilla, porque lo otro es un infierno», consideró.
El que se sumerge en la experiencia de ‘Carne y Arena’ acompaña a un grupo mientras intenta cruzar la frontera. Está en el centro de la escena y puede mirar o fijarse en lo que decida. «La realidad virtual nos da la posibilidad de no ser espectadores, más bien es experimentar de una forma sensorial un evento», explicó Iñárritu. Gracias a la tecnología se rompen dos conceptos del cine tradicional, el tiempo y el espacio. «En el cine nosotros construimos la historia a través de una yuxtaposición de imágenes», explicó el director. Pero en ‘Carne y Arena’ «el tiempo es el tiempo presente y real» y el espacio es «inmersivo». En la realidad virtual, subrayó, «tú te conviertes en el cine, tú eres la cámara, tú eres la historia, ese es el poder que se le da a la audiencia para que sensorialmente experimente con su cuerpo la película». Iñárritu esperó que la experiencia ayude a despertar más que la empatía (el ser capaz de entender al otro), la compasión por el colectivo de migrantes. Una palabra en desuso, «que casi se ha borrado de nuestro lenguaje», dijo, pero que significa «ser el otro». La experiencia sensorial que propone ‘Carne y Arena’ no ofrece cifras sobre muertos en el desierto o en el océano, pero permite al que se sumerge sentir la arena bajo sus pies o el aire en la piel, igual que la sintieron muchos de ellos.
La obra se estrenó en 2017 en Cannes como primer proyecto de realidad virtual del veterano festival. Ese mismo año Iñárritu recibió un Oscar especial por ‘Carne y Arena’. Exhibida en Los Ángeles, Washington, Dallas, Montreal, Ciudad de México, Amsterdam o Milán, nunca antes había podido verse en España y Portugal. Las plazas para hacerlo son muy limitadas. Desde hoy hasta el 18 de septiembre sólo 75 personas al día podrán sumergirse en la experiencia de realidad virtual en el Museo de la Cidade da Cultura, dado que la instalación sólo tiene capacidad para acoger a tres personas cada turno. Las entradas para el mes de julio ya están agotadas, pero acaban de salir a la venta, a un precio de 9 euros más gastos de gestión, las del mes de agosto y en breve lo harán las de septiembre.
Aunque el proyecto de ‘Carne y Arena’ le llevó más de dos años de realización y por el medio pensó que iba a ser «una ruina total», confesó, Iñárritu aseveró que le gustaría volver a experimentar con la realidad virtual en el futuro. Aventuró que esta vez esta pensando en que la temática gire entorno a la música.
