El secretario general dela OTAN, Jens Stoltenberg, ya anticipó que en la cumbre de Madrid se produciría «la mayor revisión de la defensa colectiva y la disuasión desde la Guerra Fría». Y en realidad, lo que sale de la reunión, descrito en el nuevo Concepto Estratégico de la Alianza, es el comienzo de lo que puede considerarse como una segunda Guerra Fría, al reconocer a Rusia como la principal amenaza para la seguridad del espacio euroatlántico y a China como un elemento perturbador evidente en un ambiente muy inestable. En ese horizonte de tensiones, la Unión Europea es reconocida como un «socio único e imprescindible» de la OTAN, lo que abre también todas las posibilidades de desarrollo de una capacidad militar propia dentro del ámbito comunitario, como «complemento coherente» a la propia OTAN.
El senador norteamericano Jim Rish (republicano), miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, ha seguido desde Bruselas la publicación del nuevo documento estratégico acordado en Madrid y en un debate público aseguró anteayer que «nunca antes había visto a los europeos y a Estados Unidos tan cerca. Este ha sido un error garrafal que ha cometido Vladímir Putin, seguramente creía que la invasión de Ucrania dividiría a la OTAN, pero ha sucedido exactamente lo contrario».
En efecto, el primer resultado de la Cumbre de Madrid ha sido el mantenimiento de la unidad entre los 30 aliados actuales, incluso para superar las reticencias políticas de Turquía a la hora de permitir la incorporación de dos socios que hacía décadas que mantenían una posición de teórica neutralidad, aunque en los hechos actuaban como si fueran un miembro más de la Alianza. La agresividad de Putin ha acabado por definir un escenario equivalente al de la Guerra Fría, solo que todos los entonces aliados de Moscú y una parte de lo que fueron territorios soviéticos están al otro lado de este nuevo Telón de Acero. Pero, por otro lado, a diferencia de lo que sucedía hace treinta años, la OTAN anticipa esa confrontación con China, una potencia que económicamente es mucho más importante que Rusia y que tiene sus propias ambiciones mundiales.
«Cometimos un gran error cuando cayó el Telón de Acero. Todos pensamos que Rusia se tomaría un respiro profundo y se unirá a la comunidad internacional para hacer las cosas de manera civilizada. ¿Quién hubiera imaginado que iban a comenzar una guerra medieval en el siglo XXI?», insistía Rish para quien el escenario que plantea Pekín es aún más temible. «Hemos aprendido mucho sobre China y Rusia en las últimas décadas, y la OTAN necesitaba ajustar las cosas en ese sentido».
Recursos energéticos
Para José Manuel García Margallo, exministro de Asuntos Exteriores de España, lo que sucede en estos momentos es que sabiendo que vamos hacia una posible confrontación con China, «ahora estamos llevando a Rusia hacia el lado chino» en un escenario en el que el gigante asiático se aproveche de los recursos energéticos de Rusia «y así Moscú no necesitará el dinero occidental pero prácticamente todo ese inmenso espacio de Asia Central se situaría como adversario nuestro».
La nueva doctrina estratégica de la OTAN tendrá que servir para ese escenario que prevé Margallo en el que imagina que habrá un orden internacional basado solamente en el comercio y en el control (mutuo) de armamento, entre un mundo occidental donde pervivan las democracias y la esfera controlada por China en la que solo se respetará esa economía salvaje y sin escrúpulos que rige en Pekín y que, en términos exclusivamente económicos, les funciona mucho mejor que el comunismo que arruinó a la Unión Soviética y a todos los países que lo imitaron.
El número de tropas que se ha acordado desplegar en los confines orientales de la OTAN, 300.000 soldados, es bastante más de los 190.000 soldados que mantuvo Estados Unidos en Alemania durante los peores años de la Guerra Fría, lo que da una idea de las dimensiones de la operación que se ha puesto en marcha en Madrid. Sin embargo, la perspectiva de una confrontación en la que tomase parte China las dimensiones militares serían inimaginables porque cuenta con más de dos millones de soldados y una cantidad de material que aumenta rápidamente en cantidad y calidad.
En este sentido, la OTAN vuelve a reafirmar en su doctrina estratégica que el armamento nuclear sigue siendo el instrumento supremo de disuasión. En el documento se dice textualmente que «las fuerzas nucleares estratégicas de la Alianza, particularmente las de los Estados Unidos, son la garantía suprema de la seguridad de la Alianza. Las fuerzas nucleares independientes del Reino Unido y Francia tienen un papel disuasorio propio y contribuyen significativamente a la seguridad general de la Alianza. La existencia de centros de toma de decisiones de los Aliados contribuyen a la disuasión al complicar los cálculos de posibles adversarios». Estados Unidos mantiene unas 400 armas nucleares en Europa y cuenta con la compatibilidad de los aviones de ciertos aliados para poder utilizarlas llegado el caso. Desgraciadamente, la actitud de Rusia ha destruido todo el sistema de control y limitación de armamentos nucleares heredado de la Guerra Fría, mientras que China ha construido las suyas sin ningún tipo de inspección.
Disuación nuclear
La decisión norteamericana de enviar otros dos destructores a la base de Rota tiene que ver con la capacidad antimisiles de los radares de esos buques. En estos momentos, la principal garantía que nos ofrece la OTANes esa capacidad de mantener la disuasión nuclear por un lado y de proteger a los aliados de los posibles ataques adversarios. Yen esta carrera tecnológica no sabemos aún cuales son los límites de China.