Martin Sarmiento no era solo un fraile paseante. Aunque algunas biografías lo identifiquen como dominico, era benedictino. No es lo mismo. No digo que mejor o peor, digo que no es lo mismo. Sobrevivió al siglo XVIII, fue un digno representante de la Ilustración, erudito en no pocas materias y, particularmente, buen lingüista, buen analista de la lengua gallega. Cuando regresó fugazmente a Galicia en torno a 1750, después de varios trabajos que comprendieron la construcción de bibliotecas y la creación del Real Jardín Botánico de Madrid, echó a caminar hacia Santiago desde Pontevedra virando a la izquierda, buscando el sabor salado de las Rías Bajas. Sarmiento pensó que el tiempo de aquella, no era tan exigente como para dirigirse...
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