Llevamos algunos días asistiendo a un desfile de argumentos absurdos e hiperventilaciones varias en torno al supuestamente clausurado debate sobre el aborto. De los eslóganes esgrimidos, mi favorito es el que se enuncia bajo la sapiencial forma lógica del «quitad vuestras sucias zarpas religiosas de nuestros vientres». Por lo visto los provida son todos creyentes y, además, el único argumento que ofrecen ante el asunto es el de «arderéis todos en el infierno, pecadores de la pradera». Habremos de permitir a los primeros el arrebato: pensar que el origen del universo es fruto todo él de un gran pedo galáctico brinda al no-creyente una objetividad especial, científica, a la hora de hacer juicios morales.
Ante la discusión del aborto casi...
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