Situadas a menos de dos horas en coche de Madrid, las cuevas de los Enebralejos, en Segovia, y la del Águila, en Ávila, son lugares perfectos para huir de las altas temperaturas y descubrir los secretos que se esconden bajo tierra. Estas cavidades se han convertido en un atractivo turístico de primer nivel y en un plan de lo más divertido para realizar en familia o con amigos, ya que no solo son un descubrimiento para los amantes de la espeleología, sino que fascinan a todo aquel que se acerca a conocerlas. Aquellos que quieran hacer unos kilómetros más pueden optar por la cueva de Valporquero, una verdadera catedral subterránea situada en las entrañas de la montaña leonesa.
Cueva de los Enebralejos, Segovia
Situada a una hora de Madrid, en el municipio de Prádena de la Sierra (Segovia), está la Cueva de los Enebralejos. Con sus 3.670 metros de longitud y 13 de profundidad es la cavidad de mayor desarrollo conocido en el borde norte del Sistema Central. Desde su entrada, la cueva presenta la belleza de sus salas y galerías -estructuras en tres pisos: galerías altas, medias y bajas– adornadas con un espléndido conjunto de concreciones calcáreas: estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas y banderas que se suceden a medida que el visitante se interna en ella. El recorrido habilitado es de 500 metros. Se pueden ver también numerosas muestras del uso de la cueva como necrópolis –durante el período Calcolítico– en forma de pinturas y grabados que han sido datados aproximadamente del año 2.500 a.C.
Cueva de los Enebralejos, SegoviaLa cueva fue descubierta en 1932 al realizar las obras de un pozo en la finca del Cebadero que perforó una de las galerías. En posteriores excavaciones arqueológicas se fue descubriendo su longitud total. En 1983 el ayuntamiento de Prádena comenzó el acondicionamiento y en 1995 se abrió al público.
Todas las visitas a la cavidad son guiadas y tienen una duración aproximada de 45 minutos. El precio de la entrada general es de 8,5 euros. Para completar la actividad, se puede visitar, en el exterior de la cueva, la reconstrucción de un poblado del periodo Calcolítico que recrea la vida en aquella época con demostraciones de caza, el curtido de pieles o la fundición.
Cuevas del Águila, Ávila
Las cuevas del Águila representan una joya del patrimonio geológico de Ávila. Con un perfecto estado de conservación, son transitables casi enteramente visitables. Estas tienen una profundidad de 50 metro y un recorrido de 1.000 metros. La visita desciende por un camino pavimentado que bordea las galerías donde abundan estalactitas y estalagmitas de diversos colores y tamaños, columnas y coladas espeletémicas, antoditas (excéntricas), acículas o escudos.
Cuevas del Águila, Ávila
-
© cuevasdelaguila.com
Su descubrimiento se remonta a 1963, cuando un grupo de jóvenes que merodeaban por el Cerro de Romperropas o Cerro del Águila observaron que salía vapor por un agujero. El vapor de agua se producía por la diferencia de temperatura del interior, unos 17 grados, y el frío del exterior. Tras un duro trabajo de acondicionamiento, las cuevas abrieron al público en julio de 1964. La formación de estas cuevas se compone de calizas paleozoicas atribuidas al Cámbrico inferior, es decir, que se formaron hace 500 o 540 millones de años. La circulación de agua subterránea relacionada con los ríos Avellaneda y Arenas formó una serie de cavidades en torno al nivel freático en el subsuelo. El ensanchamiento de estas cavidades produjo una serie de colapsos de la roca caja dando lugar a las grandes salas que forman las Cuevas del Águila. Los últimos colapsos significativos ocurrieron hace más de 75.000 años.
El precio de la entrada es de 10 euros para adultos y 8 euros para niños. Un vigilante/guía acompaña a los visitantes por este mundo subterráneo aportando información sobre el descubrimiento, la formación y la singularidad de esta sorprendente cavidad kárstica.
Y a unos 400 kilómetros...
A 1.309 metros de altitud, en Valporquero de Torío, en el corazón de la montaña leonesa, está la cueva más joven de Castilla y León, la de Valporquero. Esta cavidad 'solo' tiene un millón de años, nació cuando en el pleistoceno las frías aguas del arroyo Valporquero se colaban entre la piedra caliza creando al caer la maravilla que hoy se puede visitar. Fue abierta al público en 1966.
En su interior se pueden contemplar coladas, columnas, estalactitas y estalagmitas mostrándose en las siete salas y galerías en las que se organizan. Estas son: Pequeñas maravillas, Gran rotonda (que es la sala de mayores dimensiones, con más de 100.000 m3 de vacío subterráneo y una bóveda natural de más de 20 metros de altura), Hadas, Cementerio estalactítico, Gran Vía (en esta galería los estratos calizos afloran verticales formando un estrecho pasillo de más de 200 metros de longitud y alturas que llegan a sobrepasar los 30 metros), Columna solitaria y Maravillas, además del acceso al Curso de Aguas.
Cueva de Valporquero, LeónExisten tres modalidades de visita: la normal, en la que se ven las cinco primeras salas en un recorrido de 1,6 kilómetros con una duración aproximada de 60-65 minutos (6 euros), la larga, que recorre las siete salas que suman 2,5 kilómetros y dura de 90 a 100 minutos (8,50 euros) y el Valporquero Insólito, una visita turística para grupos reducidos que incluye además del recorrido largo la parta alta de la sala de Pequeñas maravillas, la galería de acceso al Curso de aguas, la zona baja de la sala de Maravillas, el lago y el final de la cueva. La primera parte del recorrido se realiza a oscuras y la vuelta con la iluminación de salas. La duración aproximada es de 2,5 – 3 horas y se recorren 3 kilómetros. El precio de la entrada es de 18 euros.
