Muy insatisfactoria para los socios de investidura de Pedro Sánchez la comparecencia del presidente sobre la nueva relación de España con Marruecos a costa del Sahara Occidental y su defensa cerrada de las políticas de la OTAN. Sánchez ha hecho una reivindicación de la Alianza Atlántica, cuya próxima cumbre está prevista en Madrid para final de junio, y ha recibido los reproches de todos sus aliados parlamentarios. Consideran que se trata de una loa a una organización «belicista» bajo el yugo de Estados Unidos y r
eclaman «más gasto social» y menos inversiones militaristas. También lamentan el giro unilateral del presidente con el pueblo saharaui.
El portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, ha expresado en nombre de su grupo el profundo rechazo al aumento del gasto en Defensa que el presidente ha explicado estas semanas. Los diputados de Podemos no han aplaudido cuando el presidente ha hablado de la organización Atlántica, siguiendo su línea crítica. Sánchez de hecho ha expresado desde la Tribuna de oradores que Podemos «se equivoca» al oponerse radicalmente a la OTAN, lo que ha generado un revuelo entre los dirigentes morados.
La ministra de Derechos sociales y líder del partido, Ione Belarra, y la titular de Igualdad, Irene Montero, han reaccionado con gestos de disconformidad a las palabras del presidente y rápidamente han empezado a escribir por el teléfono. Montero también ha mantenido un intercambio de pareceres con la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en este momento, como queja a lo dicho por Sánchez. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, también está en contra de aumentar el gasto militar, no obstante, se quiere apartar de la oposición total del partido morado a la OTAN. Ella por ejemplo ha dejado abierta la posibilidad de asistir a la cumbre, mientras las ministras de Podemos ya han dicho que no estarán.
Echenique ha insistido en aumentar el gasto en sanidad y educación y no en defensa porque lo consideran innecesario. Además, el portavoz de Unidas Podemos ha pedido que el nuevo decreto de medidas anticrisis se prolongue hasta final de año, contemple el 15 por ciento de las pensiones no contributivas y se apruebe dentro de este una ayuda de 10 euros para el transporte.
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ha abundado en las discrepancias del Gobierno de coalición. «No es nuevo que la izquierda española se pelee y tenga discrepancias sobre la OTAN, que el PSOE sea militarista y Unidas Podemos, antimilitarista». Lo que sí ha criticado, y además podría interpretarse como un palo a la vicepresidenta Yolanda Díaz por la postura que está defendido, es que «ser pro OTAN signifique ser un estadista y ser responsable», mientras que estar en contra sea ser «irresponsable».
Rufián también ha mostrado su rechazo al aumento del gasto militar: «Hay una alternativa a los tanques y a las armas, frenar a los oligarcas neoliberales (…) más soldados son menos enfermeros, más tanques son menos hospitales».
El portavoz en materia de política exterior de Bildu, Jon Iñarritu, ha acusado al presidente de «vender» al pueblo saharaui para mejorar su relación con Marruecos, nada satisfecho después de haber escuchado a Sánchez las explicaciones sobre por qué accedió a un mayor control de Rabat sobre la antigua colonia española. «Es ilegal desde el punto de vista internacional», le reprochó Iñarritu; haciendo una defensa plena del derecho a la autodeterminación del Sahara Occidental.
También Aitor Esteban, portavoz en el Congreso del PNV, ha criticado al presidente por «abandonar a su suerte a los saharauis» y «abandonar la neutralidad» defendida históricamente por España. «Aquí hay unos perdedores netos, que son los saharauis, son paganos, la moneda de cambio», ha lamentado Esteban.
Ferran Bel (PDECat) ha criticado el giro «unilateral» y ha pedido al presidente más explicaciones sobre las repercusiones que este tendrá en la relación con Argelia. Bel, eso sí, ha aceptado una mayor cooperación entre la OTAN y Europa para intentar acabar con la guerra en Ucrania. Albert Botran (CUP) considera por su parte que aumentar el gasto en defensa solo servirá para «beneficiar a la industria armamentística» y, por tanto, alimentar la guerra.
