En la gran vidriera del mundo digital circulan a velocidad extrema una infinidad de noticias, opiniones y datos. En medio esa catarata de información hoy sobresalen dos conflictos relacionados con la difamación: "Desacreditar a alguien, de palabra o por escrito, publicando algo contra su buena opinión y fama" (según RAE). Un ídolo futbolístico y una renombrada expareja de actores de Hollywood están en el centro de la polémica. Si bien se trata de situaciones diferentes, vale el intento de descubrir el hilo existencial que une a ambas historias.
Desde hace años, el ya legendario arquero y excapitán de la Selección paraguaya de fútbol viene realizando denuncias por presunta corrupción en el seno de la Confederación Sudamericana de Fútbol.
La trama policial desatada en un hotel de Suiza en mayo de 2015 derivó en el escándalo conocido como FIFAGate. La acusación de la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, involucró a 16 dirigentes de Centro y Sudamérica por delitos de crimen organizado, fraude electrónico y conspiración para lavar dinero, entre otros.
Hacia fines de enero de 2016, Alejandro Guillermo Domínguez Wilson-Smith asumió su primer mandato presidencial, por decisión unánime de las 10 federaciones que integran la Conmebol. Desde entonces, se puso énfasis en modificar la imagen negativa de la entidad mediante reformas y prácticas activas tendientes a la transparencia e integridad.
El exarquero que también vistió la camiseta de Vélez Sarsfield, por esa época inició un raid de denuncias que involucraban al actual presidente. El pasado 25 de mayo, tras 7 jornadas de juicio oral y público, un Tribunal de Sentencia de Paraguay halló a Chilavert culpable en primera instancia, condenándolo a 1 año de prisión en suspenso por el delito de difamación, por sus comentarios a través de redes sociales entre septiembre y diciembre de 2020 contra el querellante Domínguez.
En ese mismo fallo, Chilavert resultó absuelto de los cargos por calumnias e injurias, quedando eximido de pagar una indemnización de u$s 14.300 dólares. "Al existir pruebas me puse a reflexionar y me veo en la obligación de sancionarle porque tocó la honradez de una persona, no importa que sea Alejandro Domínguez", expresó el juez al anunciar la sentencia en la instancia oral. Y más tarde agregó ante la prensa: "Hay una delgada línea entre el derecho a informar, opinar y hacer críticas maliciosas sobre las personas".
Por su parte, el abogado defensor Wilson Marinoni apuntó que los dichos de Chilavert "están respaldados en publicaciones periodísticas". Y añadió: "La sentencia no está firme. Fue absuelto en dos de los tres hechos. Y vamos a apelar porque consideramos que tampoco cometió difamación".
Horas más tarde de conocerse el fallo, Chilavert envió un mensaje vía Twitter al titular de la FIFA, Gianni Infantino: "Espero que el Comité de Ética investigue pronto a la Conmebol, he presentado pruebas a la justicia paraguaya que pueden ayudar a transparentar el fútbol sudamericano. Nosotros dijimos todas verdades, no difamamos a nadie".
El exgolero no podrá volver a referirse sobre Domínguez en términos "humillantes o injuriosos", debiendo firmar un libro de comparecencia cada tres meses, aunque dejó en claro que si su apelación no prospera recurrirá a la Corte Suprema y hasta podría presentarse ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en Washington.
Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad 1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad. 2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques. (CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS -Pacto de San José Costa Rica-1969).
Siguiendo el derrotero de la difamación, nos hallamos frente al resonante caso que involucra a dos estrellas de Hollywood. El juicio oral transcurrió durante seis semanas ante el jurado popular del Tribunal de Fairfax (Virginia, EE.UU.) donde se escucharon más de 100 horas de testimonios sobre la vida privada de la expareja.
Tal como publicó El Cronista, el jurado concluyó que Heard difamó a Depp en tres declaraciones separadas en un artículo de The Washington Post (2018), y que a su vez, Depp difamó a Heard con una declaración que hizo su abogado.
Como resultado de las demandas cruzadas, el jurado concedió a Depp, la estrella de la película Piratas del Caribe, una indemnización por u$s 10 millones de dólares por daños compensatorios y u$s 5 millones por daños punitivos. En tanto, Heard (actriz de La Liga de la Justicia y Aquaman) resultó acreedora de u$s 2 millones sólo por daños compensatorios.
Luego de conocerse el veredicto, David Shane, portavoz de Heard, confirmó que la actriz piensa en presentar una apelación. En la columna de opinión bajo el título Hablé contra la violencia sexual y me enfrenté a la ira de nuestra cultura. Eso tiene que cambiar, Heard escribió: "Me convertí en una figura pública que representa el abuso doméstico, y sentí toda la fuerza de la ira de nuestra cultura para las mujeres que hablan", sin nombrarlo al actor.
Violencia de género en CABA: en qué barrios hay más casos y el nuevo sistema para atender denuncias
El 27 de mayo de 2016, tras acusar públicamente a su exmarido de abuso doméstico, Heard se había presentado ante un tribunal mostrando signos de maltrato en su rostro, obteniendo una orden de restricción temporal. El 16 de agosto de 2016 ambos firmaron un acuerdo extrajudicial.
Por entonces, Depp le pagó u$s 7 millones de dólares a la actriz, bajo el compromiso de efectuar una donación a la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), promesa que no cumplió. Tras ese convenio, Heard desistió de la orden de restricción contra su exesposo, dejando sin efecto un pedido de manutención post conyugal por unos u$s 50 mil dólares.
Depp fundó su actual reclamo (estimado en u$s 50 millones de dólares) por el señalamiento hacia su persona desde otros medios digitales a raíz del artículo publicado y por las pérdidas al ser apartado de la saga de Piratas del Caribe y cancelado como figura visible de la franquicia después de 15 años.
Al conocer la demanda, Heard contrademandó por el doble (u$s 100 millones) por las declaraciones del abogado del actor, quien había calificado como "engaño" a sus afirmaciones sobre abuso doméstico. Heard sostuvo que sólo había ejercido su derecho a expresarse libremente. Si bien ambos fueron declarados responsables de difamación, el resarcimiento a favor de Depp es 7,5 veces mayor al de su exesposa.
Estos interrogantes son planteados sin perjuicio del resultado final de los casos descriptos luego de las apelaciones. Más allá de las definiciones legales, cabe analizar la problemática desde el punto de vista de la dinámica social. Así, observamos que dentro de un vasto universo, alejado de las pasarelas y alfombras rojas de la fama, mucha gente difama, por ignorancia, imprudencia o a sabiendas de la mentira, perjudicando la reputación, crédito y trayectoria de otra persona en un círculo determinado.
Desde los tiempos bíblicos se encuentran definiciones tales como: "Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Evangelio de Mateo 15:18-19 entre 80 y 90 d.C.). También: "Cada palabra que decimos puede ser un ladrillo para edificar o una excavadora para destruir" (S. Mateo 12:34)
Al sistema de justicia del siglo XXI todavía le faltan herramientas tecnológicas que le permitan mensurar en tiempo real a las audiencias globales. El grado o magnitud del daño producido debería medirse en función de la cantidad de cibernautas (usuarios, lectores, oyentes y consumidores que navegan por Internet).
Chilavert, Heard y Depp son personalidades populares cuyas acciones y omisiones, palabras y gestos dejan huellas a nivel mundial. Ellos se representan a sí mismos y también a millones de seres anónimos que se ven reflejados aunque nunca logren subirse al ring de la pelea por sus ideales. El tiempo nos indicará si finalmente la verdad sale a la luz, aun a costa que algunos de los protagonistas (acusados, acusadores, abogados y jueces) terminen atrapados dentro del propio laberinto.
Estos famosos luchan por sus declamadas convicciones pero a la vez ventilan sus miserias al máximo nivel de exposición. Sus vivencias sirven de modelo o antimodelo, según sea la óptica de las preferencias o creencias de los seguidores. En esa misma línea, un viejo adagio nos enseña que "una imagen vale más que mil palabras".
El célebre Abraham Lincoln (1809-1865) padeció la difamación. Luego de ser proclamado como el 16° presidente de los Estados Unidos (6 de noviembre de 1860), años antes de producirse su asesinato, debió emprender una gira en ferrocarril hasta arribar a Washington, donde debía tomar posesión del cargo.
Fue en febrero de 1861 cuando recibió una amenaza de muerte. En prevención que le fueran a poner una bomba en uno de los trenes, el entorno de Lincoln contrató al mítico detective Allan Pinkerton, fundador de la primera agencia nacional. Para eludir el posible atentado en Baltimore, se le hizo cambiar de tren en una estación anterior, vistiéndolo con un chal como disfraz de mujer anciana que simulaba estar enferma en una silla de ruedas. Tras ese episodio, sus detractores divulgaron un sinnúmero de insultos, injurias y otros actos difamatorios dando vía libre a versiones contradictorias sobre su sexualidad.
Por lo general, para aquellos individuos que son renuentes a cumplir las reglas de buena convivencia, disciplina y tolerancia, la difamación parece no tener límites como tampoco sanciones mayores dentro de la escala penal.
El Código Penal argentino prescribe para los delitos contra el honor -calumnias e injurias- sólo una multa a fijarse entre $1.500 y $ 30.000. No existen equivalencias en dinero.
Cuando se comprueba su culpabilidad, el precio final a pagar por el difamador representa mucho más que la referida multa o, en su caso, la indemnización que un juez civil le pueda imponer, dado que el peor castigo por el deshonor provocado a la víctima es tener que enfrentarse cara a cara al halo majestuoso que irradia la condena social.